En Sueño Profético se vio una plaza antigua, con bancos.
Los edificios eran de una planta, con grandes ventanales. Había también una
fuente pegada a la pared, y el agua llenaba algunos cántaros.
Desapareció esta Visión y se vio un monte
con mucha gente. Se oyó uno que decía:
“El Maestro tarda... ¡Pero ya viene!”.
Se veía lejos, pero caminaba deprisa. Se
apartaron los que Lo esperaban, y Le hicieron camino para que pasara. Quedó
silencio y Él dijo estas Palabras:
“El que tenga la cara más contenta, es
porque más cree en mis Palabras. He venido para el que todo lo de mi Padre
abraza y para que esto sirva de Enseñanza. Aquí habéis estado esperando mi
Presencia, pero yo la he llevado antes que aquí a donde mi Padre me ha mandado,
que es donde están los que no vienen aquí porque son despreciados en el sitio
donde están trabajando, dándoles poco jornal, con el que no tienen ni para dar
de comer a sus dos hijos, estando la mujer con enfermedad del cuerpo y moverse
poco puede.
Ya se vio el Maestro con su Túnica y un
Resplandor que apartaba a la gente. Llamó a los que se han nombrado y poniendo
la mano en el hombro del hombre, dijo estas Palabras:
“Ya podéis vivir para mi Mando. En este
momento mi Padre está diciendo que cambies tu nombre y tu trabajo. Tu nombre
será: “Un Discípulo más del Maestro”. Y en tu casa no faltará alimento para los
cuerpos.
En este momento se pusieron de rodillas y
los Pies, al Maestro, querían besarle.
Desperté, oí:
No se puede contar como eran la Visión ni
las Palabras de Dios Hijo, Maestro, como sus Discípulos Le decían.
Ya, a esta familia, la buscaban en el
pueblo, para que contara como fue tan gran encuentro.
Hubo uno que contó, que cuando veían a
los Discípulos con este hombre y con los dos hijos que tenía, los paraban
diciéndoles que vivían con un sufrir muy grande, por no poder nombrar al
Maestro, en el sitio donde les daban para poca comida.
Cuando a la madre, los hijos y el padre,
la sacaban en la silla y contaban lo del Maestro, el pueblo cambió, y ya le
decían: “El Pueblo Bueno”.
Ya termina el Mensaje diciendo el pensar
del Elegido:
“¡Señor, que los Libros estén pronto
publicados! Que Tú eres el dueño de todo el Mundo”.
“¡Señor, yo quiero dar alegrías! Y los
que no Te quieran, que vivan con sus cuerpos rodeados de víboras”.
“¡Señor, que yo vea a los míos cada día
más contentos!”.
Llegó el sueño diciendo sin palabras:
“Señor, Te pido por todos los que vienen a esta casa y me ayudan contentos y no
se cansan”.
Aquí vienen familias que en todos los
suyos el Poder de Dios se ve en acción y en palabras.
***
Libro 64 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VIII - C3
Una historia conmovedora, pero no sólo historia, mejor "historia Sagrada" ya que Estos Libros quedarán como Evangelio por los siglos de los siglos.
ResponderEliminarA Dios nadie le puede poner barreras.