En
Sueño Profético decían:
Si
estudiaran tu mandar, verían que todo era para a Dios amar.
Cuando
son cosas de la Tierra, si tú te destacas para bien, no quieres que otro igual
que tú sea, y hasta guardas saber para que no aprendan.
Pues
aquí, por ser Saber de Dios, quieres que todos aprendan lo que Dios a ti te
enseña, para que se destaquen en la manera de comportarse.
Dijo
un espíritu de la Gloria:
Hoy
has tenido alegrías. Pero son alegrías que quedan guardadas hasta que la Fuerza
de Dios las destape. Han sido alegrías procedentes de varios caminos y de
varios caminantes. Por esto, el espíritu del mal, quisiera que siempre tuvieras
delante, como barrera, el sufrir que escondes.
Tú
recibes el sufrimiento poniendo siempre delante a la Madre Virgen. ¡Cómo sus
brazos rozaron las heridas de Dios Hijo! ¿Y verlo muerto...?
Si en
todos los sufrimientos pusieran esta Imagen en su pensamiento, ya dirían: “Señor,
perdóname. Que si no sufro, no recuerdo las Heridas de tus Manos y tus Pies.
Teniendo Poder para acabar con el mundo. Ya que el mundo está hecho por el
Dueño que es Dios”.
Desperté,
oí:
Hoy
has recibido alegrías en los enfermos que visitaste.
Ponían
en la Gloria comparaciones del Saber que tú tienes de Dios y del saber que el
hombre tiene de la Tierra.
El
Saber de Dios quieres cundirlo y que tu presencia vean que el pecado desprecia.
Decían,
que en la Tierra, el que se cree talento de cultura, se esconde, aunque sea
para hacer una figura que del pecado sale y al pecado lleva.
Las
cosas de Dios, lo que sí te hacen pensar es este pensar:
“Señor,
que Te quieran como yo. Pero más que yo, no quiero”.
“Señor,
castígame si me paro en el camino de seguir queriendo cada día más, para que
así sí puedan querer más”.
¡Qué
verdad más gigante, que si piensas en el sufrir de la Madre Virgen, tu sufrir
ya no es sufrir!
Esto
enseña a sufrir, a permitir y a perdonar.
***
Libro 48 - Investigaciones a la Verdad - Tomo VIII - C4
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