En Sueño Profético hablaban de la civilización
del hombre. Decían:
El hombre
civilizado acude primero al espíritu y luego a la carne.
El hombre
civilizado acude primero a la carne y después al traje que lleva la carne, por
valor que tuviera el traje.
El hombre
civilizado debería hablar de la guerra en tiempo pasado, poniendo a los hombres
con falta de cultura, como seres hambrientos, satisfechos, cuando hacían daño.
El hombre
civilizado quiere hacerse el seguro para la Vida Eterna, porque sabe que el
espíritu tiene que irse a algún sitio.
El hombre
civilizado no intenta desbaratar lo que Dios aprobó, sin ser aconsejado, por no
haber otro Dios. Aquí debería el hombre pedir a gritos vivir civilización.
El hombre
civilizado exige saber lo que Dios manda para él mientras tiene materia.
Al hombre
civilizado no le pega su mano a su brazo.
El hombre
civilizado no ensucia la comida que luego pone en la mesa.
El hombre
civilizado no le tiene lástima al que no ha nacido, y no deja que muera de
hambre el niño que ve andando.
El hombre
civilizado no compadece al huérfano que su padre murió, compadece al huérfano,
que sin tener muerte su padre, huérfano lo dejó.
Esto es lo que el
hombre ha puesto: civilización en guerra.
Desperté, oí:
Igual que Satanás
defiende la carne para robar el espíritu, ¿por qué tú, si dices que eres de
Dios, no haces fotografías del espíritu que se puede condenar o ya está
condenado?
Cierto, que Dios
quiere que llores por la carne rota.
Pero piensa en un
hombre muerto y que unos cuantos estén diciendo: “¡Qué lástima! ¡Cómo se ha
puesto de sangre el traje! ¡Y lo llevaba de estreno!”
¿Se puede decir
civilizado al hombre que diga esto?
Pues mucho peor es
todo lo que el hombre está haciendo.
¿Quién dudará que
este Escrito haya sido dicho en el Cielo?
A aquél que ponga
la duda, lo civilizará su remordimiento, cuando piense en el sufrir que lleva
el Pregonero.
Pero tiene que
seguir el mandar que da este Cielo.
***
Libro 75 - Meditaciones y Palabras Directas con el Padre Eterno - Tomo VIII - C3
Llama, el Mensaje, a una profunda reflexión, tan profunda que roze los infiernos, a ver si rozando se despiertan con el crepitar de la llamas. Que esto sería una Gracia muy grande,despertando a la Verdad.
ResponderEliminar