En Sueño
Profético decían:
Hay quien busca la sombra con taramillas y no se
ocupa del árbol que buena sombra cobija. Hay quien pierde el tiempo y lo ves
todo el día buscando tiempo, cuando el tiempo lo precisa. Esto es cuerpo que
guían espíritus que no son buenos.
Dijo uno:
Este empiezo del Mensaje lo oí yo un día a un
tendero que se lo decía a unos que entraron en su tienda después de irse dos de
los Discípulos que con frecuencia allí entraban. Ese día había faltado su
Maestro (Dios de todos). Que muchas veces salía el tendero a la puerta cuando
le avisaban que venía. Estos que buscaban la taramilla nunca preguntaron al
Maestro ni a sus Discípulos. Preguntaban a un zagalón que el tendero tenía para
liar lo que él pesaba y para sacar fuera de la tienda las compras y cargar las
bestias. Las preguntas siempre se las hacían a éste.
Pues ya, un día, harto el tendero de verlos que
siempre tenían prisa cuando él hablaba del Maestro o de los Discípulos, les dio
el parón mientras que su romana se paraba en el número que hacía el peso del
saco que estaba pesando. Les dijo:
—Hay quien pierde el tiempo y lo ves todo el
día buscando tiempo, cuando el tiempo lo precisa. A éstos puede que el tiempo
se les niegue cuando quieran usar el tiempo que hoy desprecian.
Y siguió diciendo:
—No tengo
más pesar que no haber seguido al Maestro cuando por aquí pasaba, y haber
dejado la tienda con el zagal. Que más estoy perdiendo hoy sin Verlo ya pasar
por mi puerta, que entonces con el peso.
Desperté, oí:
El tendero estaba solo en la tienda con un zagalón
grandote, pero con pensar de chiquillo.
Cuando pasaba el Maestro, más de una vez Le dijo:
“Maestro, a que cierro y me voy contigo”.
No cerró por respetar lo que le oyó al Maestro:
—Tú ahí, donde estás, Me estás sirviendo,
cuando entran los que Yo mando.
“La tienda de los mendigos” de sobrenombre tenía.
Siempre había un recorte, que el recorte no liaba,
era que él lo decía.
“Con Dios vengas”, “id con Dios”, siempre de fondo
oías.
Éste sí que no tenía tiempo, pero el Maestro a verlo
iba.
Y no cerró la tienda porque al Maestro desobediencia
le haría.
No digas no tengo tiempo, que espíritus mal te
guían.
Y puede que el tiempo llegue a olvidarte a ti algún
día.
Y entonces lo buscarás sin descanso noche y día y
jamás lo encontrarás.
***
Libro 74 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IX - C3
Ya al decir "jamás lo encontrarás" da frío, pero frío de eternidad sin Dios,que es lo peor de lo peor.
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