En Sueño Profético vi el mar. Se veía
tan quieto que te daba la impresión de que fuera terreno y pudieras pasarlo
como monte o sendero. Tenía quietud de un Mando Supremo. Se quitó esta Visión,
sólo para el espíritu, y apareció el mismo mar con olas de altura. Si mirabas
su gran bravura, ya no daba Paz, te entraba terror y ganas de huir, queriendo
olvidar aquello que te hacía pensar en lo impotente que sería el hombre si se
quisiera enfrentar a él. Su fuerza y su bravura, lo mismo muerte le podrían dar
echando peces a la orilla, que hundiendo barcos de gran peso y altura. Aquí el
hombre no puede con la fuerza de la pólvora y la ira, que es la que lleva a la
guerra.
Dijo uno:
Siendo el mismo mar
y las mismas aguas, en las tranquilas estás viendo obediencia, y la Mirada de
Dios ya deja las aguas quietas; los barcos pasan tranquilos; los peces mueren
sin tierra; y el hombre que esto mira, Paz al espíritu le lleva.
Pues igual pasaría
en la Tierra si el hombre mirara al Cielo y despreciara violencia, adulterio y
egoísmo.
Desperté, oí:
Si el hombre a Dios
buscara en acción y en pensamiento, ahí viviría la vida como el primer mar se
ha visto, con quietud, como si fuera terreno.
Al mar lo tiene
sujeto. Y al hombre, con libertad.
Si el hombre un día
pensara que Dios les diera libertad a los mares y a la tierra, no acabaría de
pensarlo sin que perdón a Dios pidiera.
Los mares, poniendo
altura y sacando animales a la tierra.
Y la tierra en
movimiento, derrumbando edificios y ella misma enterrando.
Esto sería mar y
tierra, sin obediencia, actuando.
Esto pasa pocas
veces para las que tenían que estar pasando.
El hombre no busca
a Dios y Dios se ofrece a salvarlo cuando le diga: “Señor, perdóname mi
pasado”.
***
Libro 75 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VIII - C5
El verso es una maravilla, no hay poeta ni literato que pueda escribir estas bellezas.
ResponderEliminarPerdón por repetirme tanto!