En Sueño Profético decían:
Conoce
más a Dios el que vive la Paz que el que quiere la guerra. Y sabe más de Él el
que al Elegido se entrega, porque Dios ya le habla sin reservas al que su
palabra oye como si en Él la oyera.
Dijo
uno:
Siendo
Dios en la Tierra Dios y Hombre, sabía más de Él y el porqué de sus Hechos tan
dispares el que más creía a sus Discípulos. Porque Él les daba Palabras sin
reservas para los que los creían y a Él amaban. Había veces que las mismas
Palabras y el mismo Hecho no podían ser iguales para todos, aunque siguieran al
Maestro, porque tenían que entretenerse en explicarlas y al final perjudicarían
con sus interpretaciones de carne y Tierra.
Había
mandatos y “ve y di” que eran comprendidos con el Amor y la visión del
espíritu. Si esto faltaba no había comprensión, había comprensión de materia
pero no de espíritu. Por eso, el Lenguaje de Dios no sale de la cultura del
hombre ni de su inteligencia, sale del Amor que el espíritu manda a la carne,
apartando inteligencia a la materia. Luego, si ama, ya le sigue la inteligencia
y aprende y enseña el Lenguaje.
Desperté, oí:
Al hombre de
grandes ciencias y con títulos, no le cabe en la cabeza que Dios, cuando va a
elegir, no le da trabajo el inculto del saber que se aprende ahí.
Dios
comunica al espíritu y ya le sigue el saber, aprendiendo y comparando. Y el
Amor le va diciendo: “mi saber era de engaño”.
Este
Lenguaje de Dios debería el hombre enseñarlo poniendo su cultura detrás.
Y
seguro que educadores y profesores a Dios le oían algo.
Dios,
cuando elige, ya aparta la cultura, para que se quede atrás.
A
hombres cultos y sin cultura Dios los lleva a su Lugar.
Pero
antes de elegirlos tienen el Amor que buscar.
Al
Amor nace y se hace sin academia pisar.
***
Libro 74 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IX - C1
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