En
Sueño Profético decían:
Falsa vida,
vida
de engaño.
Falsa vida,
que más la conoce
el
hombre del campo.
Falsa vida,
que el hombre la hace falsa
por no creer en Ésta,
que es
Vida que no se acaba.
Se
vieron dos hombres por un camino. Era un camino del campo. Pero se veía que
eran de capital, de carreras y despachos. Pero hablaban realzando al campesino
y ellos se ponían por debajo. A pesar de su saber eran buenos tasadores y le
quitaban saber a su saber y a sus carreras. Iban diciendo:
Falsa vida,
vida de engaño,
que más la conoce
el
hombre del campo.
Él vive para su espíritu
y
nunca le ves enfado.
Siempre el nombre de Dios
lo pone en sus labios,
porque en su boca rebosa
Amor
al nombrarlo.
Yo, el
día que las preocupaciones me cambian la cara me vengo al campo y me acerco al
pastor o al campesino que sus amigos son los pájaros. Mientras siembra o va
detrás del arado, su vista pone en el Cielo, pidiendo que el año sea bueno, y
si no lo fuera, pide quedar contento, porque puede que a otro, lo que él pide,
no le venga bien y se enfade con Dios. Esto yo no lo he oído nunca a los que
viven como nosotros vivimos, o mejor, por ser ricos.
Desperté,
oí:
Estos
dos universitarios han hablado del que vivía por su trabajo en el campo y no
sabía de letras, pero ellos de él aprendían siendo catedráticos.
Decían:
“Se les ve tanta Paz a los pastores, que te dan ganas de dejar la cátedra y
empezar vida nueva”.
¡Con
qué alegría te nombran a Dios, aunque crean que el año es de pérdidas!
Y es que
piensan en lo corta que es la vida de la materia y no se sacrifican por ella.
Ellos
toman la vida del cuerpo sabiendo que muerte llega y que todo lo demás la
muerte te lo desprecia.
A la
vida de la capital le llaman vida de trote, que todo lo que en ella hagas, otro
luego lo coge.
***
Libro 40 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo VI - C5
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