domingo, 12 de marzo de 2023

La conciencia anula el remordimiento

En Sueño Profético hablaban de la conciencia. Decían:

Hombre de conciencia no tendrá remordimiento. La conciencia anula el remordimiento.

Habló uno:

Yo conocí a dos hombres: uno, de una gran conciencia; y otro, con grande remordimiento. Con los dos yo hablaba bastante porque los dos confiaban en mí sus secretos.

Un día me fue a buscar el de gran remordimiento, y empezó contándome: “Tengo un pensar que me pesa y te lo quiero contar: me he quedado con un dinero, que todo estaba arreglado para que nadie intentara el podérmelo quitar; he falseado unos papeles de mi familia pasada –de esto hace unos años que el dinero es mío ya–. Pero día que pasa, difícil es poder vivir con esta trampa delante y con voz lenta el oír: “robaste a una familia, lástima me da tu fin; enferma esta la madre y manda a sus hijos a pedir; el padre en un hospital sin poder jamás salir, contagiado por la lepra, sin familia y con sufrir”. Esto me lo contó uno que vino a pedirme dinero y que yo a empujones lo eché”.

El de la gran conciencia, un día temprano, me fue a buscar: “Vengo con alegría de lo que te voy a contar. He comprado unos olivos y me he ganado un capital, y le he dado una parte al que me vino a avisar. ¡Yo no tenía conciencia de no repartirle na…! Si no es por el jornalero, no aumenta mi capital.

Desperté, oí:

El dueño del olivar

vivía limpio de pecado

y a Dios Lo quería agradar.

Él se echaría sus cuentas,

que Dios mandaría al bracero

para subirle su cuenta.

Y luego él obraría

por su conciencia.

El que hizo la faena

de llevarse lo del otro,

la estampa se le ponía

y era volverse loco.

Remordimiento de día,

remordimiento de noche,

remordimiento que hacía

que sus ojos al leproso

lo vieran de noche y día.

Se le quitaba esta estampa

y veía la de la madre

acostada en un jergón

sin salir ni entrar nadie.

Ya, con la de los chiquillos,

se vestía y se iba a la calle,

descalcitos, implorando

y sin escucharles nadie.

Haz como el del olivar,

y tu conciencia disfruta

de esta Gloria Celestial.

Si no quieres enfadar a Dios,

que tanto te ama,

no uses remordimiento,

haz lo que siempre Dios manda.

***

Libro 14 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo II - C7

No hay comentarios:

Publicar un comentario