sábado, 16 de septiembre de 2023

Si coges otro camino, te pierdes con cuerpo y alma

En Sueño Profético decían:

Dios, para comunicarse al hombre con esta sencilla y grande Enseñanza, tiene que coger un espíritu de una elevación incomparable a la aceptación de Dios y al sufrimiento por parte del hombre.

La materia de este espíritu hace mejor la Enseñanza cuando no tiene los estudios del hombre –que el hombre siempre los quiere poner por encima de los de Dios–, porque no compara ni admite reforma del que tiene saber de la Tierra.

Este espíritu, ni él reforma ni admite reforma, por alta jerarquía que fuera, porque admitirla sería creer mejorar estos Mensajes, y ya no sería Dios el que mandaba dictarlos.

Esto da silencio si quieres leer y meditarlo.

Dijo uno:

¿Tendrá más verdad, lo que dijera un niño, de una carrera universitaria, que si lo dijera el catedrático, los dos diciendo: “Dios me habla?”

En el niño, no podría haber pensar con idea ni maldad, y si se aferra y lo escribe, ¿quién diría más verdad? No hace falta votación para saber, que el niño.

Pues piensa en este Instrumento, que no puede corregir en sus estudios a un niño que tenga 10 años, y que durante más de 40 años, día a día, escribe un Dictado al Arrobo. Pues si crees en Dios, el Amén ya está firmando.

Desperté, oí:

Para esta Enseñanza, Dios coge un terreno virgen, que no tenga estudios de Evangelios ni de Biblia.

Ni haga comparaciones: unas, verdad y otras, falsas.

Que desconozca el respeto humano.

Y que diga con fuerza: “¡Yo no sé! ¡Es Dios el que está hablando!”

Que se llene de humildad, comunicando el Mensaje a la Iglesia y al seglar.

Pero que no le desmientan lo que de la Gloria sale.

Porque al que lo desmienta, ya Dios le hace que le diga: “O no entiendes o entiendes y no amas”.

No hay quien, con grandes estudios, escriba estas Palabras.

Ya, al reconocer esto, agradas a Dios y cundes su Enseñanza.

Si coges otro camino, te pierdes con cuerpo y alma.

Esto debería dar miedo, cuando la carne enfermara.

O cuando accidente vieras, sin poder quitar que llegara.

***

Libro 75 - Meditaciones y Palabras Directas con el Padre Eterno - Tomo VIII - C5

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