En Sueño Profético decían:
Sin Amor a Dios no se reparte
alegría. Sin Amor a Dios no le llamas vida a la vida, porque la vida sin Dios
queda atrancada.
Dijo uno:
Yo tuve, durante un corto tiempo,
un amigo que no creía en Dios. Y cuando en la calle lo veía, me acordaba y
estas palabras le decía: “Prueba a pedir Perdón, y pídelo en mi nombre. Pero
cuenta el porqué te doy mi nombre, que nadie lo sabrá por mí hasta que tú lo
cuentes”. Yo aquí lo voy a contar porque Dios así lo quiere:
Él tenía una fragua y unos le
trabajaban el hierro, pero bien trabajado. Éstos creían en Dios y siempre Lo
estaban nombrando. Y él, como no creía, los echó y dejó sin trabajo. Tenían
familia que mantener, porque eran casados. Yo hablaba con éstos cuando salían
del trabajo o cuando a la fragua entraba a llevarles trabajos que me
encargaban.
Un día dijo uno: “quisiera que
los martillazos fueran de otra manera, y así, el dialogar de Dios, más hombres
lo oirían”. En este momento fue cuando les dio el despido y los echó de la
fragua. Yo los acompañé a sus casas y de otro trabajo les hable, y se
quedaron colocados.
El dueño de la fragua no encontró
quien le trabajara. Los encargos dejaron de llevarlos, y tuvo que cerrar la
fragua. La mujer se quedó paralítica en un sillón. Y de tres hijos que tenía,
el mayor se fue de la casa con 19 años.
Desperté, oí:
“La fragua de la maldición” el
pueblo le puso.
La familia de la mujer creía, y
también la mujer. Al ver tanta desgracia, le dije que a Dios el Perdón Le
pidiera.
Lo dije por él, por la mujer y
por el hijo que abandonó su casa por el padre no creer.
Después de pedir Perdón fue a mi
casa a buscarme y me dijo:
“Mi mujer ya se mueve con
muletas. Y mi hijo, que se ha enterado que anda la madre, viene a verla.
En mi casa ya se nombra a Dios
más que en la fragua.
Si mi ruina fue para que yo el
Perdón a Dios Le pidiera, ¡Bendito sea Dios!, que el Perdón me entró en su
Gloria”.
Esta vida, Dios ha querido que
sea dictada, para que el hombre aprenda a vivir esta Enseñanza.
Si el amigo no busca al que pecó,
hoy no están todos en el Reino de Dios.
***
Libro 47 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VI - C1
Este es conmovedor, hay de todo un poco, por haber, hay hasta conversión.
ResponderEliminarSiempre que hay conversión, hay lagrimas de emoción.
Quién no llora al ver un cambio así?