En Sueño Profético decían:
Ella no es ella, es
Dios que habla en un Lugar que a Dios siempre le dio preferencia. Nunca dio
valor a nada que en esa Tierra existiera. Todo era hacer el bien y enseñar a
que lo hicieran. La Caridad rebasaba, sin medir el mal que le hicieran.
Este es el Lugar
donde baja el Poder de Dios a la vida temporal, donde vive el hombre pasando
una prueba con la libertad que Aquí le dejan.
Dijo uno:
Estos espíritus
tuvieron grandes luchas con el pecado, porque nunca supieron ser por Dios
mandados. Pensaban: “¿Qué voy a darle yo a Dios? Él sólo comprende que yo
quisiera que nadie dijera su Nombre, culpándolo”.
“¿Por qué no
evitarme este sufrimiento?” Esto último nunca pasó por su mente. Siempre
procuraban esconder el sufrir, porque no entienden que el sufrir Dios lo mande.
Esto es confundir Permitir que Dios deja, con sufrir que Dios manda.
Esta es la primera
asignatura para que Dios a ti te mande. Luego, es querer enseñar a otros que,
cuando el sufrir les llegue, digan: “Si no he sufrido, no sé si quiero a Dios.
Si no he sufrido, nunca tendré compasión del que esté sufriendo con motivos o
sin razón, que los dos están en peligro para apartarse de Dios”.
Desperté, oí:
¡Qué cierto que el
sufrimiento es uno de los peores amigos, si no llamas en todos tus momentos a
Dios!
Que si Lo llamas,
lo notas, porque ves que se retira la tentación, de palabras y de acción.
En el sufrir se
presentarán personajes con razones, que si tú bien las recibes, te llevarán a la
venganza.
Y si tuviste
miseria, y luego comida de sobra, dejarás que muera el pobre por falta de tu
limosna.
Y ya el perdón te
lo reservas como brillante que robas.
Ya te han descrito
el Lugar que Dios coge de Vivienda para enseñar a los hombres que dudan de esta
Existencia.
No es el Lugar el
que habla.
Es Dios el que al
Lugar llega.
***
Libro 75 - Meditaciones y Palabras Directas con el Padre Eterno - Tomo VIII - C5
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