En Sueño Profético decían:
Pensar en Dios es creer.
Pensar en Dios es amar.
Pensar en Dios es no poder pecar.
Si este pensar, cada día, se va
agrandando, tú, ya, sin Dios, a todo irás despreciando. E irás acunando los
Mandamientos, que con estos dos que dictan, ya vives todos: Amor al Prójimo,
que en el Prójimo está Dios; y levantar al caído, como si tú te levantaras,
pero sin juzgarle.
Dijo un espíritu de Dios:
El que pruebe a vivir estos
Mandamientos que Aquí, en Gloria, dictan, ya cambia su vida. Porque al pensar
en Dios, vives Gloria en la Tierra, que es a lo que Dios bajó a la Tierra: a
enseñar que la vida de la Tierra es de paso, y la del espíritu es eterna.
¡Qué cierto es que, si tienes a
Dios en tu pensamiento, el pecado huye de ti y la alegría no te falta! Una
alegría que te acerca, y te retira del que quiera culpar a Dios del sufrir que
te llegue.
El pensamiento puesto en Dios y en la Madre Virgen, ya supera toda la oración que hicieras unas horas al día.
Desperté, oí:
Hacían en la Gloria muchas
comparaciones del pensar en Dios.
Decían que el hablar y el decir
podías inventarlos, ser verdad o mentira.
Pero el pensar, si a Dios amas
cada día, más se nota en tu cara.
Sin Amor no dura el pensar. Con
Amor es fuerza que el Cielo manda y todos algo notan, que a veces se contagian.
A veces hace pensar el pensar en
momentos largos. Y no eres dueño de tu pensar, porque a Dios, tu pensar, tú se
lo has dado.
Pero piensa quién va a pagar
mejor que Dios este pensar.
Repiten estas Palabras del
empiezo del Mensaje:
Pensar es creer.
Pensar en Dios es amar.
Pensar en Dios es no poder pecar.
Desprecia los pensamientos si en
Dios no vas a pensar.
***
Libro 45 - Te Habla El Profeta - Tomo VI - C6
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