La carne que Dios une, no pueden separarla

En Sueño Profético decían:

Cuando llegue el despertar y Dios mande dictar lo que dice en su Gloria, que quede escrita la “Visión de los Humos Divinos” que el Elegido tuvo con la fuerza y el color de plata brillante, que esto se veía en la habitación antes de llegar el sueño. Luego, en el Sueño, se vio con más fuerza y un color que era de rosas.

Ya dijo el Mando de Dios en un espíritu de su Gloria:

Cuando escribas el Mensaje, tendrás que parar de palabra en palabra, porque esta Fuerza de Dios que ahora estás viendo – los “Humos Divinos” – se pondrá encima de la Libreta, y tu alegría querrá que dure hasta que el Mensaje termine.

Esta Grandeza, Dios quiere que se cunda para que el mundo deje el pecado.

Cada día hay más pecadores, porque han puesto la enseñanza de Satanás, para llevar al Infierno. Hay quienes reciben con alegría esta enseñanza que se ha nombrado. Pero hay otros que la viven con engaño, pensando:

“Yo no robo ni mato, y las Palabras de Dios ya los tiempos las han cambiado, y este cambio la Iglesia no lo ha negado. Y sus Representantes lo cunden cuando “unen carnes” con las Palabras que Dios dejó en la Tierra y hoy repite, que son éstas: “La carne que Dios une, no pueden separarla”. Pues sus Representantes la unen, con las mismas palabras, a otra carne, teniendo vida la carne primera a la que se unió. Pues con estas mismas palabras unen a otra, a la misma persona, las veces que quiera. Y además lo hacen con traje blanco y con velo, que esto es símbolo de pureza en presencia Divina. Pues con este mismo color, en la Casa de Dios, entra la prostitución”.

Este pensar hace sufrir al que es de Dios.

Desperté, oí:

Se va a hablar de los “Humos Divinos” que antes del sueño se veían en el sitio donde duerme el Elegido:

Tenían un gran brillo, y sin luz, su resplandor se veía que no era de la Tierra.

Al despertar y ponerme a escribir el Dictado que dicen en la Gloria, tenía que parar de vez en cuando, porque el gran brillo no me dejaba seguir.

Esto es para que el Poder de Dios se sepa, se vea y se comprenda.

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Libro 60 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VII - C5