lunes, 13 de febrero de 2023

La avaricia del hombre

En Sueño Profético hablaban de temas de la Palabra de Dios, pero unos diferentes de otros. Hablaban de su humildad, de cuando vivió con Cuerpo igual al hombre, de cuando Le hacían preguntas con Amor o con desprecio por verse ellos más potentados que Dios con Cuerpo. Hablaban de las naciones donde nace el mineral que las enriquece, en otras es el gas que la Tierra guarda, pero la Tierra está al Mando de Dios.

Dijo uno:

Estas riquezas tienen su vivienda por ser riquezas materiales de la Tierra. Tienen su vivienda y su mando donde tienen que nacer, y la nación en la que nacen es la dueña de ellas. Pero el Mensaje y la Enseñanza de Dios es para todos los lugares donde haya hombres y tierra. Y la nación en la que Dios diera, a diario, un Mensaje debería estar en Oración y debería decir, a escala mundial: “¡Este Caso aquí se encuentra!” Y luego tendría beneficio donde hubiera hombre y tierra.

El mineral, el gas y los mares no puede el hombre sembrarlos y luego esperar cosecha. Pero cuando Dios está hablando todos recogen esta siembra, y la nación donde Dios habla debería estar más contenta, como la nación que tiene las minas de plata o de oro. Pero al hombre le hace falta que Dios baje a la Tierra no para implorar caridad, ni para enseñar que se quieran, debería bajar para dejar sola a la Tierra, sin seres y en oscuridad.

Desperté, oí:

Cómo describe Dios la avaricia del hombre y el poco Amor al Tesoro Eterno.

A la nación que tiene el gas le llaman nación de oro.

A la que tiene el mineral la conoce el Mundo entero.

Y donde Dios Esto dicta luchan para que se calle, pero Dios más fuerte dicta.

No es la nación la que debe presentar esta Riqueza Divina, son los hombres que la viven, que a Dios no buscan ni Lo siguen.

Cuando esta nación debería estar, de día y de noche, diciendo: “Gracias Señor”.

Y ya el pueblo donde la Palabra es dicha en Arrobo y después queda dictada, debería llevar la mirada al Cielo y decir: “¡Señor, qué premio nos has dado!”

***

Libro 67 - Meditaciones y Palabras Directas con el Padre Eterno - Tomo VII

1 comentario:

  1. En Verdad ¡Qué Premio nos has dado! y que poquitos saben esto valorarlo!

    ResponderEliminar