En Sueño Profético decían:
Hoy ha sido un día de alegrías.
Alegrías de muchas maneras. Son alegrías de las que aquí hacen falta.
Ya se está concediendo el pedir
que el Elegido tanto ha hecho. Lo que uno de la Jerarquía de la Iglesia ha
dado, tiene que formar gran escándalo.
Dijo un espíritu de la Gloria:
Al Ministro de Dios que ha oído las
palabras que para estos Libros han dado, su cara se le ha llenado de alegría,
diciendo: “Has conseguido lo más grande, que es que la Jerarquía de la Iglesia
dé palabras que tienen que hacer pensar a teólogos y a seglares con grandes
carreras”.
Hay que hacer Libros sin
descansar, con los prólogos que van a dar. Entonces verán que como este Caso no
hay otro igual, y que tampoco lo ha habido. Esto pueden comprobarlo en los
archivos donde hay palabras de los que fueron elegidos con el nombre de Santos
o Profetas. Éstos no pueden tener los libros que aquí se están publicando y los
muchos que quedan por hacer y publicar.
Si piensas en estas palabras y,
pudiendo, aquí no ayudas, ya estás retirado de Dios, porque Dios elige y habla
para todo el que quiera no perder la Gloria.
Desperté, oí:
El día pasado ha dejado grandes
alegrías, por los prólogos que para los Libros ha hecho la Jerarquía de la
Iglesia.
Todo esto es conseguido por el
pedir del Elegido, que aquí dictan:
“Señor, yo, antes que todo,
quiero que me concedas lo que Te pido: que este Caso sea cundido por todo el
mundo como caso único”.
Si piensas en estos Mensajes,
tienes que mirar al Cielo, y te faltarán palabras para pagar este Gran Premio.
Todo es creer y amar. Todo es
pensar que Dios en la Gloria está.
Al que Dios le da Mando para que
diga lo que Él en su Gloria enseña, su vivir es querer que todos Esto crean.
Este vivir da gran alegría y gran
sufrir, por querer que todos digan que Esto es Palabra de Dios.
Decían que los sufrimientos
dejaban al descubierto al que amaba a Dios e iba dando buen ejemplo.
Y al que no Lo amaba e iba
retirando del Cielo.
El sufrimiento tiene que llegar
para ver tu comportamiento.
***
Libro 60 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VII - C3
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