En Sueño Profético
decían:
La Comunicación de Dios tiene que ser sencilla. La sencillez
no te deja que pienses mal. La sencillez te da Amor de este Cielo. Lo sencillo
de Dios te da la felicidad para tu espíritu. Si lo que Dios manda no fuera
sencillo, no vendría de Dios.
Dijo uno de sus Discípulos:
Un día, cuando regresábamos con el Maestro ya para darle
descanso a nuestros cuerpos, se paró el Maestro delante de una muralla y dijo
esta Palabras a unos que querían decirle que su Doctrina era buena, pero de
trabajo el cumplirla. Grande diferencia de oír estas palabras a las que el
Maestro responde:
“Si mi Doctrina fuera
de trabajo, no sería la de mi Padre, y ya Yo no sería Dios. Mi Enseñanza es
sencilla porque sólo pide Amor a mi Reino y Amor al Prójimo como a ti mismo.
Esto, si amas, es sencillo, como el querer de la madre al hijo. Yo hablo y el
Amor aprende, y ya sencillez queda. No hay Palabras más sencillas que las mías,
por ser Eternas. Al que le falte Amor, ni aprende ni Yo lo enseño”.
Desperté, oí:
El Maestro dio la contestación al pensar que llevaban los
caminantes. No hizo falta que Él oyera las palabras.
¡Qué Enseñanza comparando el amor de la madre al hijo!
¡Cómo el amor de la madre hace que conozca los deseos que
tiene el hijo!
Sería ofensa bien grande aquel que le dijera a la madre si
le costaba trabajo acunarlo y entenderlo.
Cuando viviera en sus brazos y antes vivió en su seno.
¿Qué trabajo es para la madre, si el amor hace el trabajo?
Si los que no preguntaron, porque Dios no los dejó, aman, no
dicen trabajo al trabajo que es Amor.
La muralla fue testigo de la sencillez de Dios.
***
Libro 13 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo II - C1
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