viernes, 19 de enero de 2024

Los años

En Sueño Profético decían:

¡Qué cortos son los años cuando piensas en el Cielo! ¡Y qué largos son los días cuando vives vida de suelo!

Y es que, al pensar en el Cielo, te retiras de las cosas de la Tierra que puedan darte sufrimientos. Los años, pensando en Dios, tú mismo te pones leyes cuando el nuevo año entra, y te ofreces en silencio, haciendo tu confesión y diciendo:

Señor, quiero quererte más, y este año, si vivo, quiero portarme mejor. Y así tú me darás Mando para ir pregonando: “Yo oigo la Voz de Dios”.

Dijo uno:

Yo era amigo de los años, porque un año tenía que llevarme de la Tierra, y si me portaba cumpliendo las Palabras de Dios, ese año me abriría la Gloria, porque lo mandaba Dios.

Yo tenía a la Tierra como paraguas que abres, que pronto el Sol te lo cierra. La Tierra hay que tomarla, el tiempo que vivas en ella, pensando: “La vida del cuerpo es cosecha, que no sabes cómo la recolección será. En cambio, en la vida del espíritu, si amas a Dios, haces buena siembra y dejas buena cosecha, que a ésta nadie puede llegar”.

Desperté, oí:

¡Qué comparaciones hacían en la Gloria con los años, viviendo para Dios o para la Tierra!

Decían que había que estar haciendo lo que Dios manda todos los años.

Y ya eras amigo del año que te esperaba para esa fecha, en la que a Dios presentabas el espíritu.

Que en esta Llamada ya siempre nombraban el año.

Hablaban de lo corto que es un año cuando a Dios Lo llevas en tu pensamiento.  

En cambio, es año largo para el que vive para la Tierra y a Dios Lo tiene apartado, de espíritu y de materia.

¡Hazte amigo de los años, con la mirada en el Cielo, y ya nombrarás esta fecha poniendo a Dios lo primero!

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Libro 40 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo VI - C6

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