viernes, 29 de marzo de 2024

Este sufrimiento da Resurrección

En Sueño Profético decían:

Se van a decir palabras que en este Arrobo de­cían para el que esté más cerca del Elegido y crea que es Dios hablando. Las primeras pala­bras son éstas: “A más desprecio den, Dios manda que piensen, a los que aquí están más cerca, en lo que a Él Le hicieron y Le siguen haciendo”. Esto es Permitir de Dios. Que esto hace en muchos momentos pensar más que Esto es camino de Dios. Sin desprecios ni su­frimientos no sería camino de Dios.

Dijo un Discípulo de Dios Hombre, (Maestro, como El decía que Le llamaran):

A nosotros, cuando nos llegaban sufrimientos, los aceptábamos, porque así más comprendía­mos lo que Él estaba sufriendo. Las malas personas y los malos espíritus, sin verlos, nos hacían que pensáramos: “Quererlo, pero reti­rarse de Él, porque os llegarán hasta marti­rios por querer defenderlo”.

Nosotros, los once, nos uníamos y nos tapába­mos para que el número doce no disfrutara cuando teníamos pena de saber que al Maes­tro Lo matarían en la Cruz. Y por mucho que pensábamos, no pudimos quitar la Crucifixión que Le dieron. Nosotros lo sabíamos, porque Él nos lo decía. Pero un dicho con grande espe­ranza, para que luego vieran que era Dios. Que primero fue anunciado por los Profetas. Pues para que vieran que era Dios, permite, y su Poder resucita a la Carne que clavaron y su fosa la vieron vacía.

Desperté, oí:

El sufrimiento y el desprecio del hombre más nos hacían que viéramos que era Dios.

Porque nosotros, sus Discípulos, no podíamos hacer nada, por falta de poder.

Pero el Dueño del Mundo, ya que era Dueño con Poder, hubiera acabado el Mundo.

Aquí voy a decir, en dos palabras, lo que un día me dijeron y lo que yo contesté:

Se acercaron unos y me dijeron: “Santiago, ¿tú crees que si tu Maestro fuera Dios Hijo ibais los Discípulos a sufrir como estáis su­friendo?”.

Íbamos cuatro, y ninguno tuvo palabras como las que a mí me vinieron:

“Si a mí me buscaran agasajándome y dándo­me preferencias, poniéndome por encima de mi Maestro, de rodillas Le pediría que en pú­blico fuera muerto en fuego”.

«Porque hasta que vieran las cenizas oirían: “esta muerte es Milagro para mi espíritu, por­que mi espíritu es Tuyo y yo te lo dejo para que le des Mando en el Cielo, como nos has en­señado”».

Es alegría seguir el Camino de Dios, que si lo sigues, tienes que sufrir como Él sufrió.

Pero este sufrimiento da Resurrección.

Santiago, un Discípulo de Dios

***

Libro 54 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VII - C8

No hay comentarios:

Publicar un comentario