En Sueño Profético se vio una nube grande y una mesa
estrecha y larga. De pronto se veía entrar a muchos que empezaron a sentarse en
las sillas que tenía la mesa.
Ya dijo uno:
—El Maestro no tardará, porque yo Lo he visto salir con Santiago del
mesón donde todos los días espera al Maestro el dueño para pedirle por un hijo
que tiene paralítico en un sillón desde que tenía cinco años. Ahora tiene
veinte. Su pensar es de grande tristeza de ver que no anda. Estando diciendo
estas palabras, dijo un Discípulo:
—¡Ya viene el Maestro con uno que es el del mesón!
Todos nos pusimos de pie. Y llegó el
Maestro con su Túnica y un Manto que llevaba de cintura para arriba.
Ya dijo estas Palabras al padre del
paralítico:
—Aquí te esperamos hasta que traigas a tu hijo. Que Santiago te
acompañe. Vendrá en el sillón para enfermos paralíticos, pero el sillón quedará
vacío y lo verán andando.
El padre no podía oír esto y dijo:
—Si mi hijo anda, yo el mesón lo vendo, porque muchos de los que entran
en él no creen que Tú eres Dios Hijo. Yo este Nombre todo el día estoy
nombrándolo.
Ya se fue el padre con Santiago a por el
paralítico. Cuando llegaron a su casa, estaba la madre con el hijo esperando al
padre, con alegría, porque una pierna ya la movía y la ponía en el suelo. La
madre se fue con ellos con una gran alegría de pensar que el Maestro iba a ver
a su hijo. Fue llegar y todos estaban en la puerta de una casa esperando el
Milagro de que anduviera. Al ver el paralítico al Maestro, puso un pie en el
suelo y dijo:
—Maestro, yo ya no soy paralítico, porque cuando hoy me desperté oí decir: ¡Ya andas sin sillón de ruedas! Una pierna empecé a mover... Pero Maestro, yo no merezco tanto Milagro, porque habrá paralíticos que no tengan quienes los cuiden como a mí me cuidan, contentos y sin enfado.
Llegó mucha gente y dijo el Maestro,
poniendo su Mano en el hombro del paralítico:
—Ponte de pie y vente con mis Discípulos. Cuando te vean andando y
que ya no eres paralítico, te cambiarán el nombre por “El que le ha hecho Dios
el Milagro.
Fue terminar estas Palabras y el
paralítico se puso de pie, pero ya andando, y repetía:
—Maestro, yo no merecía este Milagro, porque muchos días me he negado a
ir a verte en el sillón de ruedas.
Desperté, oí:
Él se negaba a ir a ver al Maestro en el
sillón de paralítico, para que no ofendieran al Maestro, diciendo: “Si es Dios,
¿por qué no lo cura?”.
Este Mensaje es para verlo y oír lo que
decía el Maestro a sus Discípulos.
Han hecho la Visión de todo, como pasó, y
verla te hace pensar, con lágrimas, que para Dios nada es imposible.
Este Mensaje es para que el Elegido piense
que el Poder de Dios está con ella.
Y ya, con este Poder, le puede a todo el
que quiera quitar este Mando de Dios.
***
Libro 64 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VIII - C6
No hay comentarios:
Publicar un comentario