martes, 12 de marzo de 2024

Las monedas

En Sueño Profético vi a un hombre en un sitio como campo, y una cerca de pared tapaba aquel recinto, que estaba después de que pasaras la vivienda. Este hombre estaba moribundo. Y otro dijo:

“Este hombre es dueño de todo este dinero, que lo ganó con grandes pecados”.  

Y vi como cántaros y orzas, llenos de monedas de oro, que enterrados había. Tenían unas chapas por tapadera y, en encima, como piletas sembradas de unos matojos que parecían sin cuido; que parecían, el aire, el sol y el agua, cuidarlos sin que manos allí llegaran. Destapaban aquellos escondrijos, y las monedas, muchas, hasta tenían brillo. Pues yo presencié este horrible caso de este pecador de los dos pecados más horribles sin posible Salvación. Cuando ya estaba desahuciado por los médicos, mandó sacar este dinero, y yo oí estas palabras: “El que me dé compaña y me cure el mal de espíritu que me atormenta recordándome las ventas y compras que hice diabólicas, le doy mis monedas, dejándome las mínimas para mi vivir”. Esto se cundió, y al llegar al despacho del corregidor, éste mandó que fueran a por él y lo encarcelaran, a lo que todos vieron poco castigo, y pidieron que no le pusieran jergón para dormir.

Desperté, oí:

Este pecador grande de avaricia

y de palabras diabólicas,

no llama a Dios del Cielo,

ni pide Misericordia.

Aún quiere ahí seguir

ofreciendo sus monedas

y mandando gente allí,

al sitio con nombre Infierno,

que es condena sin cumplir.

Los espíritus del mal

no lo dejaban vivir.

Y le ponían de tormento

un tormento sin vivir.

Las monedas las dejaron

para hacer un cementerio,

porque el que lo sabía,

miraba para este Cielo.

Y si le hablaban de ellas,

algo le ponía inquieto.

No sirvieron las monedas,

y todos dieron desprecio.

Sirvió para los despojos

que no entran en el Cielo.

***

Libro 14 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo II - C7 

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