En Sueño Profético decían:
Es cosa de Ley de Dios, que el Lugar donde habla Dios, quiera al hombre justificarse, justificarse en que vea que todos sus movimientos es Dios el que los hace. Este Lugar es normal que quiera justificarse, que esa justificación el mismo hombre la hace. Hay veces que juzga el hombre por lo que ve que no hay, y lo que está viendo claro dice que tampoco hay.
Dijo uno:
Un día, cuando íbamos llevando la Palabra del Maestro, salieron dos al camino y uno dijo:
–¿Cómo podéis justificar que sois Discípulos del Maestro?
Fue Pedro el que contestó:
–Todo esto lo sabe el Maestro, por eso cuando nos da la Palabra ya nos remata diciendo: “Yo iré con vosotros. Esto el hombre lo verá en vuestro comportamiento y en los prodigios que ocurran, que creerán que los habéis hecho vosotros. Este es el certificado que lleváis sin ellos verlo”.
Cuando Pedro terminó, los rostros de ellos se vieron para darles sepultura, aunque se movían los cuerpos. Fueron a mover un pie, y oyeron de Aquí del Cielo: “No pidas certificado cuando a Dios ya Lo estés viendo”. Este fue el certificado que Dios les mando del Cielo.
Desperté, oí:
Dios daba certificado porque sabía que dudaban de que viviera el Maestro.
El darles Él su Palabra, hacía que ellos vieran algo que no era del hombre.
Ese “algo” era el que paraba a otros hombres como ellos.
Pero ese “algo” faltaba a los que no iban con el Maestro.
Era el “ve y di que me ha mandado el Maestro, que mi Padre ya está viendo cómo es tu recibimiento”.
El certificado era el hacer ellos lo mismo sin que vieran al Maestro.
Es del Camino de Dios, que sepan quién eres tú.
Dios ya presenta al Lugar, pero el hombre necesita que Lo amaran de verdad.
Al hombre que ama Dios, le sobra certificado porque conoce su Voz.
Es del Camino de Dios, que lleves certificado para el que no conozca su Voz.
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Libro 10 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - C4
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