En Sueño Profético decían:
A más le
sirvas a Dios, peor trato te dará el hombre. Pero Dios hará que piensen, aunque
no quieran verte diferente a todos los hombres, y ya no te importará el trato
porque tú esto lo sientes.
Dijo uno:
Dios Hombre
nos mandaba y el hombre no quería que hiciéramos servicio a Dios, que era aquel
Hombre que bajó en Palabra y se hizo Hombre. Su Palabra era Poder para crear
sin el hombre. Pues esto lo sabía el hombre y le molestaba que a Él le
sirviéramos. A nosotros, los Discípulos, nos entristecía el trato cuando no era
de alabanza al que nos mandaba. Cuando antes de ofrecernos asiento oíamos el
nombre del Maestro, ya entraba en nuestro cuerpo calor y las palabras con fuego
salían. Pero esto le agradaba a pocos. Pero Dios hacía que el que no creía en
nosotros, a Él lo viera. Y muchos nos hacían esta pregunta:
—¿Vosotros sois alguno Jesús de Nazaret, ese
que hace andar al los tullidos y perdona a los pecadores?
Pronto oían:
—Ése es nuestro Maestro, pero es Dios, pese
a la maldad del hombre que Lo condena por ser Dios y prometer un Reino que no
es de este mundo. Por eso no nos quieren a los que Lo seguimos. Pero nosotros
daremos nuestro cuerpo antes de no hacer su Mando, que ya viene del Cielo y que
en Él lo dice el Padre.
Desperté, oí:
No decían la
vida porque la vida era del Maestro y sabían que el hombre allí no tenía mando.
Pues aunque
al cuerpo Él también lo mandaba, éste no era eterno. Y a los Discípulos no les
interesaba el cuerpo.
Éste sólo les
interesaba para servir al Maestro.
Los hombres
decían que no era Dios, y algo siempre a los Discípulos les notaban para algo
preguntarles.
Todo el que Le
sirve, a Dios algo tienen que notarle.
En paciencia,
en Amor en el servicio que hace. Que va quitando obstáculos porque Dios ya va
delante.
Los Discípulos,
su contento y su mayor alegría era cuando preguntaban si al Maestro conocían.
Ninguno
callaba esto: “Él nos manda y Él nos guía”.
***
Libro 74 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IX - C5
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