En Sueño Profético decían:
Tienes que hacer pensar las palabras que te dice, en el Arrobo, la carne que Dios te unió, que aquí mandan, en la Gloria, que se digan:
- Ana cuídate, cuídate, que tu cuerpo lo necesita tu espíritu para seguir, en el Prójimo, con la Obra que durante tanto tiempo estás haciendo.
Estas palabras tienes que cogerlas con fuerza de espíritu, que son las fuerzas que duran para las dos vidas: la temporal y la Eterna. Que esta que se ha nombrado Eterna, cuando muere el cuerpo ya tiene su sitio en la Gloria, que son los espíritus que Dios manda cuando elige un cuerpo, dando Enseñanza de la Palabra de Dios para que pueda con el sufrir que en la Tierra le llegue. Que uno puede ser buscado por tener amistad con los que viven pecado y dicen “los tiempos han cambiado”. Que los cuerpos sin ropa van por los sitios llamando sin palabras, que esto antes lo representaba el que tenía sus escritos con su profesión, y ya eran despedidos de donde vivían el pudor y su carne vestida.
El sueño era largo y sin poder decir que Dios me dé un camino largo. Ya se ponen las alegrías que el Elegido veía.
Desperté, oí:
La carne que Dios me unió estaba en su despacho como cuando vivía su cuerpo y copiaba los Mensajes.
Yo no puedo retirar de mi pensar la imagen de la carne que Dios me unió y el sentir que en todo, este pensar, pone recuerdos. Que su querer lo siento más porque recuerdo la creencia tan grande que él tenía en estas Palabras.
Quedé dormida con este pensar: “Piensa que las fuerzas de Dios no te faltarán y cuando llegue sufrir Dios en alegría te lo cambiará”.
Repiten en la Gloria que este Caso hoy es único. Que esto pronto lo sabe el que cree que yo soy Elegida de la Gloria.
Este creer le llega al que ve que la vida que hace el Elegido es vida para pensar que lleva, su cuerpo, el Poder de Dios.
Que a este Poder no le puede ningún poder de la Tierra.
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Libro 65 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo V
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