En Sueño Profético decían estas Palabras:
“Quien amara a mi Padre y persiguiera mis Palabras, no amaba”.
Esto lo dijo el Maestro a unos que habían nacido en Belén y en Belén vivían, pero no seguían al Maestro, más bien ponían valla para interrumpir al que quería conocerlo.
Sabiendo el Maestro esto por ser Dios, no porque el hombre se Lo avisara, fue el Maestro al sitio que éstos se reunían, y cuando apareció, todos se pusieron de pie, cosa que nunca habían hecho algunos de los que allí se encontraban. Fue el dueño de la casa el que Le ofreció el asiento, al que el Maestro aceptó. Una vez sentados Él y sus Discípulos, se vieron distintos gestos: unos de alegría, otros de pena, otros de remordimiento. Y el arrepentimiento se palpaba en el ambiente cuando empezó el Maestro con estas Palabras:
“Quien amara a mi Padre y persiguiera mis Palabras, no amaba”.
Y siguió hablando de su Amor al hombre, y haciendo comparaciones con Parábolas:
“Si Yo no fuera Dios, no estaría hoy entre vosotros, porque ningún hombre busca donde hablen mal de él para dar el perdón del espíritu y la curación de la carne”.
Y nombrando a Sebastián, que era el nombre del que había nacido en el mismo sitio que Dios Hombre, le dijo:
“Debes abandonar la reunión e irte a Belén. Tú quitas de que vengan a oírme porque dices que no soy Dios. Y yo, como mi Padre actúa en Mí, te mando que no Me oigas, y que oigas a tu mujer, que te está llamando para contarte lo que Yo, desde este momento le digo y que aquí oyen todos: “Dejé el mal a la carne por Mando de mi Padre dicho en Mí, que soy Dios”.
Desperté, oí:
Diez años llevaba esta mujer en Belén.
Dos hijos varones tenía,
que eran los que hacían la comida,
y muchas veces rezaban
mientras la olla movían.
Ella los tenía enseñados
para que vieran normal
el sufrir de carne enferma
cuando no podía curar.
El marido siempre estaba:
¡Y has nacido en Belén!
Esto le hacía pensar:
¡Dios sabrá de este porqué!
Estando en este pensar,
dice que notó una Fuerza,
y fue ponerse de pie,
a la vez que oyó decir:
Dejé el mal a la carne
por Mando de mi Padre
dicho en Mí, que soy Dios.
Primero notó la Fuerza,
después oyó las Palabras,
y luego llamó al marido,
que por las puertas ya entraba.
Fue alegría con llanto,
y griterío en las casas.
Fue Belén el que sonó
en boca del que decía
que Dios Hombre no era Dios.
***
Libro 13 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo II - C6
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