En Sueño Profético decían:
Todo en la vida, para enseñar, tienes tú que
saber de lo que enseñas. Pongamos el tasador: ¿cómo tasaría sin saber el valor
de la prenda? O el profesor, que sólo fuera de nombre, sin haber practicado lo
que enseña. Y ya, madre que quiere ser madre sin tener hijos y quiera enseñar a
la que los tiene cómo acercarlos al pecho para que el niño más quiera a la
madre. Pues el sufrimiento tienes que haberlo pasado, sea el sufrir que sea,
para tasarlo.
Dijo uno:
Hay quien se condena por juzgar, según el
sufrimiento que sea. Y hay quien busca donde el sufrir está para ayudar, porque
él se pone en aquel lugar. Pero para esto hacer, a Dios tienes que amar con
alegría y pidiéndole mandar. Si te hablan de una herida y tú ya la tienes
curada, puedes hablar de la herida y puedes aconsejar cómo se calma el dolor
para lágrimas cortar.
Desperté, oí:
Todas las comparaciones
que ponían en la Gloria
eran para que tú te pusieras
en la altura o en la bajada.
En la altura,
cuando el sufrir se agranda
y no tienes quien te ayude
porque pocos a Dios aman.
Y en la bajada,
cuando se acabó el sufrir
porque tú a Dios buscabas.
El que Dios trae a su Reino
cuando tiene cuerpo y habla,
ha terminado carrera
y el título es la Enseñanza.
Que esta Enseñanza,
primero fue con Amor practicada
y despreciando consejo que daba
el que a Dios no amaba.
***
Libro 31 - Te Habla El Profeta - Tomo IV - C6
Que delicado es todo lo espiritual. Un paso mal dado y te puedes condenar. Es siempre la falta de amor la que nos lleva a pecar.
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