En Sueño Profético hablaban dando razones y ponían ejemplos.
Decían palabras difíciles de comprender para mí.
Dijo uno:
En la vida de Jesús, el Salvador de los
hombres, Le hicieron muchos servicios los hombres conocidos por sus Discípulos,
y también quien quería Servirle. Él necesitaba del hombre para que mejor Lo
entendieran los hombres. Hacía Milagros en las Palabras que daba, no para el
que las llevaba, recibía el Milagro el que para él fueran las Palabras. Mandaba
que hicieran Oración al Padre, cuando Él era el único Dios. Dios cuando vivió
entre el hombre se sirvió del hombre. Y hoy, que su Espíritu está entre el
hombre y en el hombre que Él elige, también necesita al hombre.
Esta Enseñanza está perdida y no se
practica la ayuda del hombre al hombre. El hombre ve ridículo reconocer sus
faltas, y por consiguiente no corrige sus defectos. El hombre no cree en el
espíritu del mal y practica lo que él enseña.
Para todo esto le sirvieron al Maestro,
siendo Dios, los Discípulos. A unos tenía que apagar y a otros tenía que
encender con su fuerza.
Desperté, oí:
Son estos Sueños Proféticos de grande
Amor de Dios y de grande Enseñanza.
¡Cómo te hacen comprender lo que tú no
comprendes con palabras!
¡Cómo en esta Gloria vives hechos que
vivió Jesús que parecen que ahora pasan!
¡Qué cierto que el hombre entiende a Dios
por medio del hombre!
Pero que lleve el Amor el que va y el que
oír quiere.
Si aquí se forma barrera, el “ve” oye el
sí del hombre.
Dios enseñaba a sus Discípulos a que
enseñara a los hombres.
Y hubo quien aprendió igual, aunque no
era de los Once.
***
Libro 64 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VIII - C1
Este "Once" lleva olor de Santidad. Todo lo que nombra Dios, queda sellado con el resplandor de la Gloria.
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