En Sueño Profético decían:
Van a
hablar el Amor a Dios y el desprecio.
Dijo
el Amor:
Sin
este Amor no podría vivir mi cuerpo. Sin este Amor yo me llamaría muerto. Este
Amor busca a Dios lo primero, y cuando Lo encuentra, ya su mirada es para el
Cielo, pidiendo para el espíritu o para el cuerpo, bien cuando enferma o cuando
está el cuerpo bueno y el espíritu se ve enfermo. Que esta enfermedad, si no la
curas, a muchos puedes contagiar. La cura es compadecer y ayudar. Con una
palabra de Amor, sientes que tu cuerpo ya no es tu cuerpo, por ser tan grande el
Poder de Dios.
Dijo
uno:
Oyendo el Amor, ya no quieres oír desprecio a Dios. Que esto es lo que hacen con los Elegidos de Dios: desprecio a sus palabras y a sus consejos, y a sus curaciones de cuerpo, que es a lo que se le llama milagro.
Desperté, oí:
El Amor
de Dios es para todos. Pero el desprecio aparta de este Amor.
El que
cree y ama, no puede dejar pasar los días sin oír estas Palabras.
Esto
tiene ya una altura, que el recibir que te hacen, otros miran.
Y es
que esta Verdad la lleva tu cara.
Son pocos
los que aman y los que siguen el Mando de Dios.
Son
pocos los que buscan tener un sitio en la Gloria con Dios.
Se ha
nombrado poco el desprecio, por no mandar sufrir a Dios.
Que
este sufrir lo recibe el Elegido cuando a estas Palabras el hombre desprecio
les da.
Esto
es ya tan grande y tan justo, que el que Dios manda tiene que coger su sitio.
Y el
que quiera a Dios, que busque este Pregón Divino.
***
Libro 40 - Dios Manda En Su Gloria que Enseñen - Tomo VI - C8
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