En Sueño Profético hablaban de los Elegidos. Hacían comparaciones y
nombraban al Elegido. Decían que, en lo material, en las carreras y oficios que
eran para enseñar, tenían, estas personas que enseñaban, que saber más que el
que no enseñaba. El que no enseñaba, no era responsable, y si le hacían
preguntas, él podía contestar que buscaran al que enseñaba.
Dijo uno:
Pues compara: Elegido para
enseñar, con Elegido para ver la Gloria y quedar en éxtasis para luego hablar
de lo que ha visto y cundir que el espíritu no muere. Que éste es Elegido, pero
no como el que hoy está escribiendo estos Dictados en Gloria.
El Elegido que Dios coge para enseñar, sufre más que el que no es para enseñar. Al que no es para enseñar, lo buscan más y dan más escándalo. Éste, a todo dice Amén, por miedo a que se retiren. En cambio, el que Dios le da Mando para que enseñe, busque y aparte, éste no calla ni admite reforma a las Palabras que Dios le dice en la Gloria. Que a éstas, ni sus Representantes ni la Cabeza de la Iglesia, pueden quitarles una Palabra y cambiarla por la que ellos pongan.
Desperté, oí:
El que Dios trae a su Gloria y la
da el título de Enseñanza, tiene que pasar camino de gran sufrimiento, porque
ve el desprecio que el hombre le da a esta Enseñanza.
Que esta Enseñanza la comparaban
con la del profesor de la materia o con el que sólo dependía de su carrera o de
su oficio.
Pues piensa, Dios decir: “Di que Me ves y que Yo te mando”.
Y querer que todos hagan una vida
sin dejar el Camino de Dios.
Dar consejo y que no lo cumplan,
haciendo la contra a estas Palabras. Y ver que pueden perder la Gloria y siguen
dando la espalda.
El que no es Elegido para
enseñar, puede muchas cosas dudar.
Pero el que Dios enseña para que
enseñe con su Mando, siente antes de hacer, y ve con ojos cerrados.
No puede obligar, pero no admite
el pecado con el desprecio a este Mando.
Que el desprecio es pecado sin
remedio.
Si la Cabeza de la Iglesia
pensara en estos Mensajes que Dios manda en su Gloria para que queden escritos,
vería que con poco tiempo el mundo sería movido.
Esta Verdad tan grande, da gran
sufrimiento al que Dios Aquí trae.
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Libro 45 - Te Habla El Profeta - Tomo VI - C5
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