jueves, 6 de abril de 2023

Mi Presencia no puede faltar

En Sueño Profético se vio una mesa grande, más bien estrecha y larga. Estaban sentados unos doce, y ya dijo uno:

“Nosotros somos los Discípulos de Dios Hijo, Maestro como Él quería que Le llamáramos. Aquí Le estamos esperando, pero nos faltan alegrías para recibirlo, por el número que está sentado al lado de la mesa”. Ya se puso Santiago de pie y dijo: “Ya viene el Maestro. Yo creo que dirá unas palabras, que su saber lleva por dentro”.

La Presencia que Dios traía en su cara no era contenta, y dijo estas palabras:

“Cada día que pasa más se ve que mi Presencia quieren quitarla. Pero mi Presencia no puede faltar, porque el Mundo existe por Dios Padre y por Dios Hijo, y tengo Poder y Mando de Dios Padre”. Ya diré las palabras: “De todos los que estáis aquí sentados, de los doce, uno está ya pagado para que a mi Cuerpo mate. Que esto tiene Resurrección para que vean el Poder de Dios, que dejará la Cruz vacía y mis Manos y mi Cuerpo con grandes heridas. Este Permitir lo consintió mi Padre, para que luego vieran su Resurrección”.

Fue terminar estas palabras y todos, menos uno, se pusieron las manos en la cara y, las manos, las mojaron las lágrimas.

Seguían diciendo las Palabras del Maestro:

“El número doce ya tiene su sitio en la Profundidad, que todos lo verán como verán mi Resurrección”.

Y de momento se fue el número doce.

Dios estaba con su Túnica normal y repetía estas palabras:

“Yo sabía que uno de vosotros Me haría traición, que tiene el nombre de Judas. Todo lo que se ha visto fue cuando mi Cuerpo vivía, hasta que Lo mataron”.

Desperté, oí:

La Visión que se ha visto y las palabras que se han oído, han sido lo mismo que a Dios Le hicieron.

Sus Discípulos sentados a su mesa, que tenían al lado a Judas, y pedían un castigo grande para que se enterara el que Matarlo quería y Lo mató.

Ya dicen que piense en las alegrías que me manda Dios.

No se puede dejar de decir cómo estaba la carne que Dios me unió, con su cuerpo y su traje, normal, en su despacho, como cuando copiaba los Mensajes.

Su mirada era como cuando vivía su cuerpo y decía: “Ana cuídate, cuídate, que tu cuerpo le hace falta a tu espíritu”.

Esto lo dicen espíritus de la Gloria en mi espíritu.

Si Aquí Dios pone su Poder, un escándalo grande se tiene que ver.

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Libro 64 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VIII - C7

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