martes, 13 de septiembre de 2022

Con Fe y Confianza se ve el Poder de Dios

En Sueño Profético decían:

Van a hablar los Discípulos de Dios Hijo, Maestro, como Él quería que Le llamaran los Discípulos.

Ya dijo Santiago, que con Felipe estaba hablando:

Cuando nosotros íbamos a tener una gran alegría, los que no amaban al Maestro procuraban que nos llegara sufrimiento, para que la alegría la quitaran. Cuando llegábamos contentos para contarle al Maestro lo que nos habían dicho, algo se cruzaba para quitar alegrías y dar sufrimiento. Decían que el pedir no faltara, aunque se cruzaran personas que al Maestro no amaran y quisieran que lo que Le pidiéramos al Maestro no lo concediera. Y ya, oías decir todo lo que los Discípulos piden. Cuando era un pedir para carne enferma, les decían a los Discípulos: “Para que nos dé la curación, ¿cómo mejor Pedirle?”.

Ya contestaban los dos que se han nombrado: Felipe y Santiago:

“El pedirle es con la confianza que al enfermo la curación Dios se la manda y, según sea el pedir, puede llegar curación de muchas maneras”.

Desperté, oí:

Hablaban mucho de las curaciones que Dios ha hecho a las peticiones de este Elegido de Dios.

Que con la Fe y la Confianza que Dios da, ya se verá el Poder de Dios.

Cuando puedas no dejes de ver a los enfermos, y que tu pedir sea éste:

“Señor, yo quiero que se curen, primero por el enfermo y, después, para que el Poder de Dios ya sea cundido”.

En el sufrir, Dios, cada día, puede hacer Milagros.

Dijo Santiago: No temas en decir el pedir que a Dios Le pides, que es éste tu pensar:

“Señor, que yo los vea curados, porque sé que Tú puedes hacer los más grandes Milagros”.

“Señor, si es mucho pedir, yo sé que es un Milagro más, de los muchos que has concedido”.

“Señor, tengo temor en pedir por los que no creen en tu Poder, que con el pensar Te dan sufrir”.

La carne que Dios me unió estaba en su despacho, normal, como cuando vivía su cuerpo, y decía estas palabras:

“Ana cuídate, cuídate, que tu cuerpo, cada día, más falta le hace a tu espíritu”.

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Libro 64 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VIII - C8

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