En Sueño Profético
hablaban de las malas compañas, del que vivía sin Amor a Dios y sin miedo a ser
condenado, del que vivía la vida siempre de Dios retirado. Se oían palabras
duras dando por responsable al que más podía hacer y menos interés aquí ponía.
Ya, la lástima no es por él, es por el que podía oír y cambiar de vida pensando
en la verdad, que te la tapa esa vida material.
Dijo
uno:
Un
espíritu malo metido en uno, si tú no estás siempre al Mando de Dios, ese
espíritu puede contigo y te hace que tú hagas la misma vida que él, quitándole
al pecado importancia. El espíritu del mal, él procura abrir las puertas donde
se las tienen cerradas, que una vez que se entra es cuando ves el mal.
Hay
quien confunde caridad y está acariciando al espíritu del mal. Estos espíritus
contagian y dejan malestar, y ya tú mismo haces actuaciones y confundes a los
demás. Lo que está en contra de Dios lo deben saber los niños en su primera
enseñanza, igual que se les enseña los peligros cuando ya van solos por la
calle.
Desperté, oí:
Todo
el arrobo era hablar para conocer lo que era de Dios o lo que era del que Dios
lo hecha de su Presencia levantando el Brazo.
Cuando
a Dios quiere engañar y traiciona, ¿qué hará con los demás?
Dios
manda que sean conocidas sus Leyes.
Y
sean cumplidas con Amor, no con miedo.
Si
la Palabra de Dios la cumples y la llevas dentro de ti, no hace falta que lo
digas porque se retira de ti el que el espíritu del mal cobija.
Que
éstos los hay de muchas maneras para retirar de Dios, poniendo en preferencia
las cosas de la Tierra.
Pero
si estás preparado, eres labrador valorando la cosecha.
Aunque
diga el que no entienda, que el año es más malo, tú ya cuentas con la ganancia
de esta cosecha.
Y
rebosas de alegría, una alegría que callada no se queda.
***
Libro 32 - La Palabra del Creador - Tomo III - C7
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