En
Sueño Profético se nombraban mucho las alegrías de Dios. Decían, que para entenderlas
tenías que amar mucho a Dios, pero con un Amor que te retirara del que no amara
a Dios.
Donde no sientes este Amor, ya todo te sobra, y allí puede la razón.
Este
Amor de Dios, te agranda las alegrías y el sufrir te lo achicó.
Cuando
Dios elige para enseñar de su Gloria, es porque antes ha visto que el disfrutar
del Elegido es ir repartiendo bien para el espíritu, y ya el espíritu le pasa
el bien al cuerpo.
Desperté,
oí:
El
Ministro de Dios, ve que tu pensar es siempre el mismo:
Acarrear al Camino de Dios, cumpliendo sus Leyes, que son las que cuando vivió de Hombre dejó escritas.
Estas
Palabras, el que las reforme, ya pierde la Gloria.
La
presencia del Elegido hace falta para que hable de la Ley que Dios quiere que
enseñe.
Esta
Enseñanza sería alegría grande si los más tuyos te ayudaran.
Una
ayuda que dijeran: “Nosotros, sin la Ley de Dios, no queremos nada”.
***
Libro 55 - Investigaciones a la Verdad - Tomo IX - C5
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