En Sueño Profético decían:
¡Alegría de Dios, que le puedes a
todas las alegrías!
¡Alegría de Dios, que no puede
ocultarla aquel que ama a Dios y oye la Voz de Dios, dicha por el Elegido, que
aquí se oyen ya las palabras!
Dijo Dios Hijo:
“Que sin miedo se oigan estas Palabras que mi Padre dice en Mí y Yo en
el Elegido”.
“Si el hombre creyera en mi Existencia, no podría portarse mal con el
que Yo elijo. Que éstos se quedan al descubierto que no creen en mi Reino. Que
de Aquí sale la vida para los cuerpos. Vida corta si la comparas con la Vida
Eterna. En esta Vida Eterna están los espíritus vivos que sus cuerpos murieron,
pero sus espíritus no tienen muerte”.
Quedó silencio, y ya se oyó una
voz con pena por querer que a Dios todos Lo quieran:
“Ha sido la Voz de Dios Hijo la
que ha dicho estas Palabras”.
Desperté, oí:
Dará buena clase el que viva
lejos de aquí y no pueda vivir sin oír estos Mensajes.
Decían en la Gloria que no se
puede vivir creyendo en Dios y no buscar el Lugar en el que Dios da sus
Palabras.
Esto debería estar ya por todo el
mundo publicado, ya que es Dios hablando.
Los que aquí están unidos, que
publiquen todo lo que puedan, que esto Dios lo manda.
Que sus Palabras publican su
Existencia.
Al oír estas Palabras de Dios, te
sientes de dos maneras:
Con quietud y con protestas,
culpándote tú por creer estar sin obediencia.
El día pasado, la alegría de Dios
dejó al sufrimiento en fracaso.
***
Libro 47 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VI - C5
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