En Sueño Profético hablaban del Amor a Dios sentido. Decían que
este Amor no se podía ocultar, esconder ni negar. Porque cuando se presenta, ya
es por las obras de caridad pedidas, por esconder el sufrir e ir quitando
sufrimientos, por compadecer al caído y pedir a Dios por él sin juzgarlo. Esto
es sentir alegría y esconder llanto.
Dijo uno:
El Elegido de Dios, sin palabras
va enseñando, con su forma de actuar, con su vida de milagros, con querer que
todos mejoren. Que esto es para que más se cunda que Dios está aquí hablando.
Este pedir es para todos.
El sufrir del Elegido es un Permitir
de Dios, como Dios Padre permite calvario para Dios Hijo, que de Hombre vivió
en la Tierra. Esto fue un Permitir para dejarlo de Enseñanza. Que a pesar de
esto, el que no ama, en todo lo mal hecho dice: “Dios lo ha querido”. Que Dios,
lo que quiere, incluso en la muerte, es que pongas todos los medios para
despedirla. Pero si ésta llega, no te desesperes. Que si así lo haces es porque
sientes la Llamada de Dios.
Desperté, oí:
El hombre, en el “Dios quiere”,
pone el crimen, el robo y el adulterio.
Y las guerras, con disparos de
fusiles y cañones para matar. Que así hacen dos crímenes: matar con lo que
podrían evitar que no murieran de hambre.
Todo esto es Permitir de Dios.
Todo es hacer sufrir al que permite, que es Dios.
La Virgen, sin el Permitir de
Dios Padre, no enseña a las madres a sufrir por el Hijo, que matado en sus
brazos Lo pusieron.
Ella echó lágrimas, y pide por
los pecadores para que odien el pecado y a Dios Hijo llamen en sus noches
largas, y Ella ruega por todos.
Decían en la Gloria estas
Palabras:
Si todos pusieran un poco de
Amor a Dios, aquí se acabaría el sufrir.
***
Libro 47 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VI - C1
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