En
Sueño Profético decían:
Poca
disculpa tiene el Representante de Dios que conozca este Caso y no quiera saber
nada, porque con este desprecio va retirando de Dios. Esto se puede comparar
con uno que tenga carrera, del gremio que sea: bien químico, veterinario,
arquitecto, ingeniero de minas, o médico que tenga un gran cargo y se ponga un
ser suyo malo y le vuelva la espalda, diciendo: “La enfermedad aguanta. Mañana
ya se verá”.
Dijo
un espíritu de la Gloria con Mando de Dios:
Han
quedado muchas comparaciones que dictar que en la Gloria decían.
Decían:
¿Qué disculpa daría a Dios el químico que viera beber agua sabiendo que moriría
el que la bebiera?
¿Y el
veterinario que viera carne vender, que con ella pudiera morir el que la
comiera, y no poner su carrera para evitar la muerte?
¿Y el
arquitecto que supiera que los cimientos del edificio no aguantaban y
permitiera que vecinos en él vivieran, y una vez derrumbado muchos quedaran
enterrados?
¿Y el
ingeniero de minas, que supiera que el escarbar era la sepultura de los mineros?
¿Y el
médico que pudiendo curar no acuda y deje que por la enfermedad el cuerpo
muera?
Desperté,
oí:
Han
nombrado en el arrobo a muchos culpables que por su poco amor y su poca
creencia pueden haber muchos muertos.
Que
éstos, ¡cómo, después de muertos iban a pedir a Dios Perdón! El remordimiento
no los dejaría y Dios no los perdonaría.
Esto
sería haber estudiado y haber hecho carreras para luego no ocuparse de ellas.
¡Pues
cómo Dios va a oír la disculpa de sus Representantes que saben que Esto es puro
Evangelio, dicho unas horas antes de leerlo, si no acuden al Lugar!
Que no
es dicho. Es hoy diciendo.
¡Es
pena para el que ama a Dios, ver que sus Representantes no aman al que
representan, que es Dios!
Llegará
el día que a Dios pidan Perdón por el desprecio que le dieron.
Esto
lo dirán cuando sus cuerpos vean que la vida los deja.
El
Elegido sufre cuando esto lo oye su espíritu, y cuando se lo dictan y escribe.
Son ya
muchos años los que dura el Permitir de Dios.
***
Libro 48 - Investigaciones a la Verdad - Tomo VIII - C5
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