domingo, 18 de agosto de 2024

Señor, yo Te amo y tus Palabras las creo

En Sueño Profético decían:

El que no siga tus pasos, que no te busque ni te pida mando. Su petición Aquí no llegará cuando diga: “Señor, yo Te amo y tus Palabras las creo”. Porque esto es, al descubierto, engaño.

Dijo un Discípulo de Jesús que cuando vivió con cuerpo no podía pasar día sin oír el Mando de su Maestro.

Ya sigue el Discípulo:

“Un día –de esos días que te falta fuerza en la alegría–, ya que íbamos unos metros retirados del Maestro, oímos su Voz y se pararon nuestros pasos y nuestros cuerpos. Se acercó el Maestro y nos dijo:

—Id preparados, porque hoy os llevarán la contra en que Yo soy Dios Hijo. Y quiero que vuestro responder sea con fuerza y a mi Padre nombrándolo, diciendo lo que Yo os digo que mi Padre dice en Mí. Si hacéis mi Mando, puede que pidan Perdón.

Fue pasar una calle y se acercaron dos que tenían fama de buenos –¡pero en la Tierra, no en el Cielo!–, y dijeron:

—Si no hacéis el Mando del Maestro, ¿os querrá y os dará su Padre el Cielo?

Contestó Santiago:

—Si el Maestro nos da Mando, no es Mando, es Premio. Tan sólo con decir que el Maestro nos manda, ya nos destacamos de todos los demás hombres. Si yo no oyera el Mando de Él, despreciaría la vida antes de que la vida a mí me dejara.

¡Con qué fuerza no saldrían mis palabras, que sacó el pañuelo y se secó las lágrimas!

Desperté, oí:

¡Qué palabras salieron de mi boca. Parecía que salían unas y ponían otras!

Las dije con fuerza y alegría, como el Maestro me las dio.

Los Discípulos, cuando nos juntábamos y pensábamos en el día que el Maestro no nos diera Mando por faltar su Cuerpo de la Tierra, ya el día era largo y con pena.

El empiezo del Mensaje se refiere al mando que al Elegido pidan.

Al que le moleste el mando, no ama ni cree.

Los que hacen de Discípulos de estos Mensajes, ya alaban a Dios Hijo y a Dios Padre.

Hace falta que amen el Mando de la Palabra de Dios, y así nunca estarán cansados.

La fuerza en la alegría hace falta, y ya el Mando te da Vida.

Los Discípulos, sin el Mando, no vivíamos.

Y Dios Hombre y Maestro sabía que sin su Mando éramos hombres muertos.

Aunque nos vieran andando, porque el espíritu estaba muerto.

***

Libro 54 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados  en Gloria - Tomo VII - C1

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