En Sueño Profético hablaban de Dios y del hombre. Hablaban de Dios, en sus Grandezas y en
sus espinas, en sus llagas y en sus Manos y Pies traspasados por el mando del
que le servía a Satanás.
Hablaban de cómo
comprendería Esto el hombre si primero no pusiera Amor y luego no lo dejaba en
misterio. Que el mismo hombre se veda su comprensión y su entendimiento cuando
piensa: “¿Por qué deja Dios que el hombre Lo clave y de sus sienes caigan gotas
de sangre al romper su piel los pinchos?”
Dijo uno:
Dios sentía el dolor en su
Carne igual que cualquier hombre con la diferencia de que el sufrir de su
Espíritu era mayor que el sufrir de la carne por ver perderse a los hombres
cuando dejaran la materia, cuando unos a otros se fueran enterrando, cuando Él
diera el Mando a la muerte o a ellos la muerte les permitiera.
Hablaban de que el hombre no
teme a Dios aunque en Él crea. No teme porque no cree que después de estar
viviendo ahí, llega por fuerza la espera. El que ahí vive con Dios, Aquí tiene
su presencia. El que ahí no quiere a Dios, Aquí jamás Lo encuentra, porque él
eligió el sitio cuando estuvo con materia.
Desperté, oí:
¿Qué cuentas dará Aquí el
que Esto detenga?
Que lo detienen para hacer
crucifixión, aunque de distinta manera.
Por cada día que pase más se
alargan la sentencia.
Por cada sufrir que den más
larga será la cuenta.
Hombres que serán basura y
para Dios hoy ya cuentan.
Tienen que pedir perdón,
cada uno a su manera.
Y para unos les llegará, y
para otros el perdón Arriba queda, porque Dios da su perdón si no Le clavas
espinas.
Es mejor no haber nacido
cuando Dios se comunica, pues muchos ganan la Gloria y a otros Dios se la
quita.
***
Libro 69 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VIII
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