En Sueño Profético hablaban hombres de ciencias, hombres que tuvieron gran valor en su vida corta de materia. Hablaban valorando el valor del hombre de ciencias.
Dijo uno:
Si este valor que da Dios a la inteligencia, el hombre lo aprovechara para hablar del espíritu sin materia –que es la existencia eterna–, pocos hombres se condenarían.
Pero el hombre se olvida, o hace por olvidarse, de que el traje de la carne se rompe cuando se va el espíritu, en niño o en hombre, en pobre o en rico. Pero esta despedida no la sabe ni el espíritu, la sabe tan sólo Dios.
¡Dios, Sabiduría Infinita, que quiere que el hombre olvide la materia y tenga siempre presente el espíritu!
¡Dios, que busca al hombre, y nunca niega el Perdón cuando pecaste y no quisiste pecar, y Lo llamas como refugio de tu penar!
¡Dios, que el hombre Le exige Elegidos por falta de Amor y creencia!
¡Dios, que ve el desprecio y oye ofensas!
¡Dios, que busca Amor y Amor no encuentra!
Si todo lo que dice Dios, el hombre lo practicara, se vería una extrañeza que un hombre no se salvara.
Desperté, oí:
¡Qué confianza da Dios
haciendo lo que Él manda,
que tienes la Salvación!
Hombres de ciencias hablan
esta noche en el arrobo.
Hombres que amaban a Dios
y vivían en el Prójimo.
Estos hombres de las ciencias
decían que los Elegidos,
era el hombre
el que a Dios se los pedía.
Que si todos igual amaran,
el hombre vería normal
el oír a cada paso:
“Dios me ha dicho que yo haga”.
“Tuve éxtasis
cuando de Él me acordaba.
Lo quise tener más rato,
y yo en mí no mandaba”.
“Quede dormido y veía que me moría,
y no moría, porque era su Poder
el que me daba la vida”.
Todo esto y mucho más
podría el hombre, si amara,
oírlo, pero normal.
El hombre habla de Dios,
pero habla con vacío,
porque le falta el Amor
que tienen los Elegidos.
***
Libro 16 - Dios No Quiere, Permite - Tomo II - C8
Si amáramos más hablaríamos de Dios con la cercanía que Él nos ofrece.
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