En Sueño Profético vi mucha gente vestida no como en estos tiempos. Unos vestían mejor que otros, pero ninguno iba como ahora vestimos. Se quitó esta estampa y se vieron unas casas, sin altura, con dos plantas la mayoría. De una salía gente y por las calles iban a un ritmo normal, pero aprovechando el día.
Ya dijo una voz:
Todo esto que se ha visto fue de un tiempo pasado. Las casas ya no existen porque otros hombres las quitaron. Para vivir mejor las hicieron altas, altas, y las ropas las cambiaron por vestimentas más bellas que contentan al pecado. Fue el progreso el que llamó y el hombre se fue olvidando de Dios, pero el progreso sin Dios es inventor fracasado.
Aquellos hombres vivían deprisa amando a Dios, aunque los vieras despacio. Y éstos de hoy van aprisa y a Dios tienen olvidado, que luego les viene recuerdo cuando ya no van andando, cuando sus pies ya no les sirven para destrozar zapatos.
Es el hombre el que cambia lo de Dios, pero lo de Dios no tiene cambio. El espíritu no admite reforma porque es mando acampado en una carne cualquiera que en hombre se va formando con la Libertad que él diga. Que con esta Libertad si no hay Amor de Dios se aleja.
Esto es el cambio de los tiempos. Esto es vivir progreso.
Desperté, oí:
Que en hombre se va formando con el Sol que Él le manda, con el agua y el oxígeno, sin visión, sin color y sin peso.
Esto nunca tendrá cambio, que son los postes del cuerpo.
Antes de subir las casas que sea el espíritu lo primero. Que las casas ahí se quedan porque tienen su progreso.
Al Amor de Dios le sobra lo que ahí se queda, en el suelo.
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Libro 67 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VII
El verdadero progreso está en el desapego de la materia y en la elevación del espíritu a Dios.
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