En Sueño Profético hablaban varios.
Dijo uno:
Todos los que Aquí estamos hablando, fuimos Elegidos aún estando con materia. Nosotros podemos hablar de alegrías y de amarguras. ¡Cuánto daño hacen las palabras del que a Dios no ama!
Yo, por ir con Teresa,
porque Dios con ella estaba,
sufría un sufrir contento,
contento que yo buscaba
cuando Teresa decía:
“Del mal no me acuerdo nada.
Os voy a contar, si puedo,
lo que en el éxtasis me habla,
y cuando ya me doy cuenta
de que estoy sola, sin compaña,
tengo que pedir perdón
de la cosa que me entra”.
“Veo su cara de pena.
Veo que sangran sus llagas.
Veo como si quisiera
que nadie Lo maltratara,
no por lo que sufre Él,
no, por si no se salvaran,
que yo quiero que se salven,
porque el sufrir se les acaba”.
Esto, cuando lo decía,
más de uno se paraba,
y decía: “Tú, Teresa,
llevas dentro a ese Dios
que sentir yo Lo quisiera.
No hagas caso
del que no quiera a Dios
y a ti te ofenda”.
Yo le seguía los pasos,
como los seguía cualquiera,
pero no podía callar
ante aquel que a ella ofendiera,
porque yo veía a Dios,
que yo no veía a ella,
y quería que todos fueran
en busca de esa Teresa,
que tanto metía a todos
en que a este Dios Lo quisieran.
Desperté, oí:
¿Quién puede pasar y seguir
sin quedarse extasiado
cuando oiga hablar de Aquí?
Siempre que sea Visión,
Éxtasis o Revelación.
O Sueño en el que ves
a este Dios Aquí en su Gloria.
Que si el despertar
dice el hombre que es vivir,
muerte prefiero con Gloria.
Esta Gloria envenena,
de veneno que no mata,
de veneno que quisiera
envenenar al que ama,
de veneno que tú bebes,
que es veneno que no mata.
JUAN DE LA CRUZ
***
Libro 5 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo I - C5
La alegría de los elegidos es el Amor a Dios. Su amargura es la condena del pecador que hace sufrir a Dios.
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