En Sueño Profético hablaban Santiago y Tomás. Decían:
El que no ama a Dios, se retira del que recibe el Mensaje. El que lo ama, se acerca y honra a éste con sus actos y presencia.
Dijo Tomás:
Es mejor no hacer uso de la amistad del Comunicante, si no lo vas a honrar.
Un día, estando el Maestro hablando en la sinagoga, llegaron unos que antes habían oído al Maestro y su poco Amor los retiró de que lo siguieran en sus predicaciones. Fueron el mirar de todos. Y saliendo ya de entre el gentío, dijeron unos:
–¡Va muy mal, tu comercio de venta de esclavos y tu entrada en la sinagoga!
Salieron más a favor de éste que se decidió a publicar su mal vivir, y no se calmaba el vocerío.
Se adelantó el Maestro –que quedó muy atrás porque los que lo amaban no lo dejaban andar haciéndole preguntas– y les dijo:
–Donde sepáis que está el Hijo del Hombre, no acercaos, porque vuestro espíritu alberga a las víboras con el pecado y alborota a mis corderos. No se puede ser víbora y querer pasar por cordero. Esto, delante de Dios Hijo.
Desperté, oí:
El hombre se pone el difraz que mejor le va a ir, según la comedia que tiene que hacer.
Dios sabe la comedia que va a hacer y le quita el disfraz.
Dios te habla sin preguntarte tus pecados, pero una vez que te habla, sí te prohíbe que lo sigas.
Te prohíbe que lo sigas, cuando quieras pecar y seguirlo.
Ya que Dios no te pregunta tus pecados, no quieras pecar y seguirlo.
Síguelo, amándolo, ya no pecarás, y cordero en la sinagoga serás.
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Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - C3
El cristiano precisa coherencia. La hipocresía no es de Dios.
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