En Sueño Profético hablaban
del tiempo. Hablaban de la ignorancia del hombre con querer saber lo que no le
sirve al tiempo, y a lo que el tiempo quiere decirle, darle tanto desprecio.
Este saber era a lo material, y el desprecio al saber del espíritu.
Apareció una
muralla y unos hombres de espalda con vestimentas de túnicas. Iban cuatro, y
sólo se oyó una voz que sus palabras componían esta frase: “ya lo dijo el
Maestro”.
Desapareció
la Visión y dijo el elegido para dar la Enseñanza a la Tierra:
Esta Visión
que Dios ha hecho pertenece al tiempo que vivió Dios con ellos de Hombre. Éstos
son los Discípulos llevando la Enseñanza a ricos y a humildes, a buenos y a
pecadores. Pues éstos aún viven como ahí vivieron. A esto es a lo que debería
el hombre de decirle saber y querer saberlo. Éstos, lo único que no tienen Aquí
es el traje del espíritu, que tiene el nombre de cuerpo, que se acabó como se
acabó la ropa. Que ésta, si tuvo cuido, pudo durar mucho más tiempo que duró el
cuerpo.
Éste es el
saber que debería tener el hombre primero.
Desperté, oí:
¿Quién, por
estudios que hiciera, podría llegar a la Gloría y hacer el Mando que Dios le
diera?
¿Y hacer
Visiones con movimiento y colorido, igual que entonces ocurrió?
Que en ese
momento lo vives como si hubiera materia.
La muralla la
ves dura y el agua la ves con fuerza.
El suelo lo
sientes firme, mucho más que ahí en la Tierra.
Y sientes un
explicar, porque este sentir es para explicar de palabras, porque en una sola
palabra muchas lleva.
Esto es saber
y es lo que el hombre nunca desea.
El hombre le
tiene duda a lo eterno, le tiene miedo a la Presencia de Dios.
La duda,
cuando no piensa, y el miedo, cuando la duda le hace pensar en lo eterno.
Tan sólo una
explicación del espíritu sin cuerpo tiene más Sabiduría que ahí todos los
inventos.
***
Libro 74 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IX - C5
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