En
Sueño Profético decían:
No hay
alegría mayor, que poder decir: “Me habla Dios”.
Si
Esto no fuera verdad, no actuaría la Paz, porque Dios no puede permitir que su
Nombre y su Presencia la pongan como no es.
Dijo
un espíritu de Dios:
El
Nombre de Dios lo nombran, la mayoría de las veces, sin creer en Él. Pero no es
lo mismo nombrarlo que escribir su Mando y estar entregado a todo lo del Cielo,
que es donde tiene que ir el espíritu cuando entierren su cuerpo. Luego, estos
espíritus, estarán al Mando de Dios para acarrear al Cielo.
En
este Elegido, en la forma de hablar cómo ve a Dios y cómo queda su cuerpo, ves
que se ofrece y su sufrir es porque sus Ministros no acuden a oír lo que unas
horas antes Dios ha dicho en su Reino.
¡Con
la falta que hoy hace el decir que hay otro Mundo, donde sobra todo lo que no
sirve para el espíritu!
Si un
grupo de los que Esto creen, persiguieran a los que se dicen cristianos, sus
caras cambiarían cuando oyeran las Palabras que en la Gloria habían nombrado.
Desperté,
oí:
Este
Elegido puede hablar con los teólogos más entendidos.
El
teólogo sabe de lo que los libros hablan.
Pero
al que Dios da sus Palabras, esto es Divina Enseñanza.
Con
gran Poder el Elegido dice lo que Dios dice en él.
Repetían
en la Gloria estas Palabras:
“No
hay alegría mayor, que poder decir: me habla Dios”.
A los
que te siguen y Esto creen, ya los conocen los que no creen.
Los
conocen porque este Amor deja huella de dentro a fuera.
Tu
presencia que no falte cuando notes que de Dios llega el mandarte.
Ya, el
Consejo que Dios te dé, lo verán los demás.
Este
sentir tiene la Fuerza que hace temblar a la Tierra.
“Señor,
si Te pido que no te enfades, lo que quiero es que me hables”.
Estas
palabras siempre están en su garganta.
***
Libro 48 - Investigaciones a la Verdad - Tomo VIII - C2
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