En Sueño Profético decían:
Si siguieran tus pasos en la
enfermedad del cuerpo, verían que no es normal tener el cuerpo enfermo y
quererlo ocultar. Primero, para que a Dios no culpen por el servicio que al
Prójimo das. Y después, para que no sufra el que cerca de ti esté.
Dijo uno:
Tan sólo al ver lo que su cuerpo
quiere hacer, ves que su cuerpo se lo niega. Aquí ves el poder de la carne
cuando se enferma.
Decían en la Gloria, que pensando
en las alegrías de los que más te quieren y de los que están unidos, ya te
sientes más fuerte, aunque el que te mire te vea lo mismo.
Desperté, oí:
Pidiendo a Dios como se está
pidiendo, pronto llegará la curación del cuerpo.
Los que están de ti cerca, éstas
son las palabras que deberían decir:
¡Bueno…, lo que tú digas, lo que
tú quieras!”.
Esto, dicho con la Imagen de Dios
delante, y el amén cierra el Mensaje.
Decían en la Gloria, que si
crees, tienes que obedecer.
Y si no crees, no obedeces y el
amén no lo pones.
***
Libro 47 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VI - C3
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