En Sueño Profético decían:
Más buscaron
a Dios Hombre, los que vivían más cerca, cuando ya no podían tenerlo, que
cuando Él quería darles sus Palabras para que ellos dijeran: “Me ha mandado el
Maestro”. Llegaban de sitios cerca que antes con Él vivieron y si podían
echaban mirada al suelo. No querían comprometer ni su dinero ni su tiempo.
Luego, Él se fue alejando y para algunos aún está lejos.
¿Quién se
escondería o diría “no tengo tiempo” para firmar un papel de un testamento
donde a él pusieran de heredero? ¿No ve el hombre que ya Dios lo premia con
poder tener trato con el que Él trae a su Gloria? Que tan sólo al decir “yo lo
conozco” ya has recibido premio. Pues cómo quieren que vaya detrás, de rodillas
y llorando, el Instrumento.
Ya irán los
que viven cerca preguntando, como hicieron con el Maestro cuando ya siguió el
camino. Muchos iban a su encuentro y preguntaban con ansias: “¿Ha pasado por
aquí Jesús? Yo tenía hoy que verlo”. Otros hacían esta pregunta: “¿Ésta es su
casa? Yo conozco al Maestro de siempre, pero nunca tuve tiempo. Me esperaban
los braceros a la hora que Él pasaba y no disponía de tiempo, pero hoy ya tengo
tiempo”.
Todo esto y
mucho más oyeron los que vivían más lejos, que éstos Le ofrecieron a sus hijos
para que Él los hiciera recaderos y Le abrieron las puertas porque creyeron que
era premio que Él pisara sus casas sin creer merecerlo.
Desperté, oí:
Los que
estaban lejos decían: “Perdón, Maestro, que he tenido palabras con el que Te
tuvo cerca y él de Ti vivía lejos”.
No pudieron
detener la Presencia del Maestro para soltar y coger.
Cuando Dios
se hace visible, en Imagen o en Palabras, no sólo premia al que dice “yo Lo he
visto y me habla”, sino que también premia al que puede seguir el mandar que
manda.
Porque Dios
no pide altura en lo que altura no alcanza.
No le pide
vuelo al cordero ni a la paloma que dé lana.
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Libro 74 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IX - C6
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