En Sueño Profético decían:
El que a Dios se entrega,
todo lo ve con arreglo.
El que a Dios se entrega,
de nada de lo que le pase
puede culpar a este Cielo.
Se irán secando sus lágrimas
y pensando en el Madero,
en la Virgen, en los Discípulos,
en tantos buenos que hubieron
y recibieron maltrato
y no los reconocieron.
Es la avalancha del mal,
que a éstos va persiguiendo.
Dijo uno:
La entrega a Dios te hace fuerte,
y ya Dios te elige.
Tú te ofreces y Él te manda,
y si te humillan, Él te levanta;
y si te cierran camino,
Él romperá la muralla.
Al hombre siempre le extraña
el que tiene Aquí contacto
para que ahí dé Enseñanza.
Pero no dice
(porque antes lo haya pensado):
“Voy a igualar al que me dice:
Dios existe y me manda
que hable de Él en su Nombre.
Voy a ser como Dios quiere,
no como el hombre lo manda”.
Desperté, oí:
Si piensas en lo que el hombre
Le hizo a Dios,
ves chico tu sufrimiento.
Tan chico,
que más te acercas a Dios.
Diciendo:
¡Perdón, Dios mío!
Sufrimiento con Dios,
a Él Lo llevas de compañía.
Que esto te hará pensar:
¡Si Él quiere, me lo quita!
El sufrimiento con Paz,
ya espera Mando del Cielo.
Si esto pensara el hombre,
más buscaría a Dios
en el mayor sufrimiento.
¡Tiene peligro sufrir
y apartarte de este Cielo!
El sufrimiento con Dios,
tiene premio
al espíritu y al cuerpo.
Éstos son los Elegidos
que el hombre no quiere creerlos.
***
Libro 15 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo III - C5
Sufrimiento con Dios es aprendizaje y siempre tiene premio.
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