En Sueño Profético halaban de las Leyes de Dios y de las leyes de la Tierra. Decían:
Se van a hacer unas comparaciones para que el hombre comprenda:
Si se descubre una mina de oro, o que brillantes salieran, si creían esto verdad, ¿esperarían hasta que la mina a ellos fuera, o la irían a buscar? Y en la nación que estuviera, ¿crees que les daría igual que el mineral otra nación lo cogiera?
Cuando se trata de algo de gran valor y ese valor se reconoce, el valor queda en su sitio. Pero al valor, sí va el hombre. ¡Pues figúrate a este Caso!
Que el hombre exija que vengan al sitio donde está ocurriendo, que es lo correcto: inclinarse a este Caso Divino. Luego, ya, una vez esto, es igual ir o venir, si esto hubiera sido en los dos o tres primeros años. Pero ya, a los 26 años, con la documentación legal que puedes presentar cuando quieran comprobar los sitios recorridos, ya tienen que venir de allí, de la Cabeza de la Iglesia, para saber de ti, no tú presentarte.
Los de aquí que no paren, y que éstos cumplan sus derechos ante la máxima Jerarquía de la Iglesia.
Que haga un pensar el hombre: “El Lugar que Dios a diario arroba su espíritu, implora a los hombres sea recibido por la Cabeza de la Iglesia”.
Esto sea cambiado por esta petición: “El hombre pide sea visitado este Lugar para darlo a conocer al mundo entero”.
Desperté, oí:
Hay cosas ya, a estas alturas,
que no van a este Lugar
que Dios por Vivienda coge
para al hombre enseñar.
¿Tú has pensado ser tratada
como uno más que allí llegara?
Esto, Dios no lo permite
hasta que de allí vinieran
a saber preguntando
y tú dando las respuestas.
Dios permite, pero enseña
para que el Lugar no quede
como cosa de la Tierra.
***
Libro 18 - Dios No Quiere, Permite - Tomo III - C1
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