En Sueño Profético decían:
Si las manos del hombre pudieran
destruir aquello en lo que él no manda, la destrucción sería segura. Todo su
avance es destruirse unos hombres con los otros.
Dijo uno:
El hombre, todos sus inventos
son para poderle al hombre,
para hacer destrozo.
El que sea más fiera,
el que tenga más cañones,
más fusiles y más potencia,
más hombres ha de matar
y menos temerá a las guerras.
Debería negarse el hombre
y que esa profesión no hubiera,
y que las armas quedaran
como otro hierro cualquiera,
y el hombre se dedicara
a llevar Paz con conciencia
y a quitar tanto sufrir
como después deja la guerra:
Tantos hijos sin sus padres,
tantos padres sin collera,
como de chicos criaban
sin querer que el Sol les diera,
para que llegue una bala
del que manda y quiere guerra,
que puede que el que la tire,
sufra pensando que llega.
Las guerras se acabarían
si el hombre a Dios sintiera
y despreciara el pecado
y pensara en Vida Eterna,
y pensara que el matar
es destino de las fieras.
Cuando te fueran a atacar,
tú matarías sin conciencia.
Desperté, oí:
Este Mensaje de Dios,
dicho con su mismo Mando,
te aclara lo que tú sabes,
que tú tienes disfrazado.
¡Cómo describe al hombre,
que si pudiera, con sus manos,
acabaría con el Sol,
con la Luna y con sus astros!
Los mares los secaría
y dejaría el aire parado.
Las lluvias las sujetaría
haciendo daño a otro lado.
La tierra dejaría estéril
para que muriera el ganado.
Y la montaña quitaría,
dejando mundo acabado
con todo lo que Dios hizo.
Si el hombre tuviera poder
en todo lo que no llega,
ya no existiría el mundo,
ese mundo de materia.
Hasta que el hombre no ame
y se abrace sin soberbia,
no dejará los inventos
para que vivan las guerras.
***
Libro 14 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo II - C8
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