En Sueño Profético decían:
Dudar
de lo que Dios hace y pedirle cuentas es una de las muchas formas que hay de
ofender a Dios.
A
Dios no le puedes decir: “Señor, yo Te amo”; y en otras palabras: “Señor, ¿por
qué has hecho o haces esto?”.
Estas
dos frases sobran cuando amas. Y cuando no amas, sobra una, que es ésta: “Te amo”.
Dios
todo lo que hace está bien hecho; todo lo que hace, no todo lo que permite.
Hacer es elegir. Y permitir es que no acepte el hombre.
Dios
no retira nada que sea hecho por Él. Dios permite y perdona. En lo que permite,
el hombre nombra mucho a Dios, y en lo que perdona, también. En lo que permite,
el hombre dice: “Dios me manda tal o cual castigo”. Esto no es castigo, esto es
comportamiento de no cristiano, que te ha hecho el hombre. El hombre, todo el
mal que sufre es por culpa del hombre. El hombre no es culpable en lo de soltar
la materia, pero hay veces que el mismo hombre la enferma, la enferma y ensucia
el espíritu con el pecado.
Desperté, oí:
La carne que enferma sin pecado
es
dolor de Misterios Dolorosos.
Dolor que Dios te conforta
cuando
tú eres inocente.
Dolor que a Él llamas
y
Él te responde.
Cuando la carne enferma por los pecados
o tu espíritu está sin Dios,
tú no tienes el mal que tienes,
tú
tienes un mal mayor.
Tú tienes un mal eterno,
tú tienes un mal mayor,
tú tienes un mal que sufre
aquel
que sufre sin Dios.
Si tu carne va a enfermar,
pide que sea de Misterio,
para
a este Dios igualar.
Igual, en ser inocente;
igual, en querer amar;
igual, en decir: ¡Dios mío!,
si
Tu quieres, bien está.
***
Libro 4 - Te Habla El Profeta - Tomo I - C8
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