En
Sueño Profético hablaban de Dios Hombre
cuando lo vieron aquellos hombres que no Lo creyeron hasta ver su Crucifixión y
su Resurrección a los Cielos.
Contaban
hechos que ocurrieron y que no están escritos por no querer que fuera Dios
aquel Hombre que antes de hablar Le veías el Dios, y cuando hablaba, ya no
veías Hombre, veías Dios y Gloria en Palabras.
Si
la calle estaba sola –la calle por la que Él pasaba–, pronto salían a la puerta
y abrían las ventanas. Esto lo hacían más los que más lejos estaban de donde Él
con los Discípulos se reunía dando la Enseñanza.
Dijo
uno:
Yo
Le oí un día unas Palabras, que las guardé en mi mente, y cuando las recordaba,
tenía que referirlas al que conmigo estaba:
Estando
un día Oyéndolo explicar a los Discípulos cómo dar el trato a unos que cuando a
Él Lo veían –y esto era a diario–, presentaban indiferencia, y cuando veían a
algunos de los Discípulos, les preguntaban cómo era el Cielo –esto con poca
confianza en las Palabras del Maestro y queriendo que éstos fueran como ellos–,
les dijo el Maestro:
No dejad de pasar por
donde pasáis muchos días y os esperan para saber y luego intentan hacer el daño
cundiendo estas Palabras a manera de falsos e hipócritas. Pasad hoy, hasta
llevarles estas respuestas a las preguntas que hagan:
“Nos ha quitado el
Maestro de que pasemos esta calle, no por la calle, sino por vosotros no
merecerlo, una vez que Lo tenéis cerca y os ocultáis a su paso, como esos dos
que están escondidos escribiendo lo que oyen por la reja”.
Una vez dicho esto, el
que vuelva a pasar, Yo lo sabré antes, y cuando llegue, ya no será mi
Discípulo.
Desperté,
oí:
De
los cuatro Discípulos que llevaban este Mensaje, uno dijo:
–Maestro,
¿por qué hoy no es mañana y no pasamos la calle?
–Cumple mis Palabras, que éstas vienen de mi
Padre, para que la Fuerza os haga hacer mi Mando. Si ahora vais disgustados,
luego, el regreso, será de alboroto y de alegría.
Cuando
descubrieron a los que se ocultaron, les cambió la cara de alegría.
La
Fuerza de las Palabras sacó a los fariseos y los puso de rodillas.
Esto
se fue cundiendo y le pusieron de nombre: “Sí, en la calle solitaria”.
Daban
más rodeo, pero esa calle no la pasaban.
***
Libro 23 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IV - C4
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